Desde este lado del muro o de cómo los suspiros producen grietas en tiempos de Trump

Ana Lilia Félix Pichardo

ana_lilia199@hotmail.com

La Historia no marcha hacia atrás como piensan algunos, añorando el estadio anterior del capitalismo, incluyendo a Trump, en el cual el libre mercado no había causado los estragos mundiales que ahora tienen al mundo en una guerra invisiblemente tangible. A escasos días de su toma de posesión como jefe del ejecutivo de los EUA, el magnate anunció su rechazo al TLC y la renuncia al TTP, porque, claro está, los acuerdos neoliberales destrozarán aún más las economías nacionales y los pequeños productores desaparecerán indudablemente ante los grandes consorcios que paradójicamente no izan bandera alguna. Trump tratará de responder las necesidades reales de sus electores, quienes han padecido también las consecuencias del libre mercado y la especulación financiera, exacerbando un precario y absurdo nacionalismo que justifique el cierre de sus fronteras ante el flujo de inmigrantes que asciende a cifras nunca antes vistas.

La nostalgia por los good times se convirtió en el refugio del acrítico electorado del neofascista Donald Trump, quien recurrió a la no tan novedosa práctica de ofertar la idea de un enemigo interno causante de todos los males y problemas. Como lo hizo Hitler en Alemania, el millonario wasp mueve los hilos en el imaginario colectivo para hacer emerger la conservadora idea de que el inmigrante es “el otro”, culpable del desempleo y la inseguridad, capaz de poner en jaque la economía interna del país que extermina naciones enteras año con año. Preocupa, claro, el ciudadano estadounidense común que comparte las ideas racistas y xenófobas del nuevo inquilino de la Casa Blanca, sin embargo el vacío ante el cual el lema From this day forward america first inaugura la era Trump no es fortuito. La tan celebrada democracia gringa se cuestiona con mayor fuerza por estos días ante las multitudinarias manifestaciones contra un gobierno crecientemente ilegitimo para el pueblo estadounidense. ¿La tormenta viene o ya está aquí?

 

Acá, al sur de la frontera más transitada del mundo, se respira incertidumbre y miedo, claro, siempre el miedo. Recién nacido el 2017, los precios de la gasolina se fueron a la alza y comenzaron las protestas populares en casi todos los rincones de nuestra amenazada República Mexicana. Mientras el Congreso Nacional Indígena anunciaba los pasos de resistencia contra el despojo y la muerte, algunas ciudades fueron víctimas de la caótica forma en que comúnmente sale a desfilar nuestro hartazgo; arriba la maquinaria de destrucción masiva se regodea ante el desconcierto y la tradicional forma de evidenciar el “estar hasta la madre” de un pueblo golpeado por dentro y por fuera. La crisis apremia la organización verdadera que se teje desde los abajos más olvidados, pero la Hidra siembra desesperación y discordia entre quienes ven desbordada su indignación y, cegados por el pánico, asumen la aceleración del tiempo de los relojes neoliberales.

El llamado a la “unidad nacional” hecho por el también ilegítimo Enrique Peña Nieto, a quien cabe recordar lo persigue la sombra de crímenes de lesa humanidad como Atenco, Tlatlaya y Ayotzinapa, encuentra un eco artificial publicitado por los serviles medios de comunicación masiva. Discursivamente, las semejanzas con aquellos mensajes televisivos donde, en 1994, se aclama a la unidad ante los hechos desestabilizadores (el levantamiento indígena en Chiapas), son caricaturescas. Hasta pareciera un  burdo reciclaje de spots radiofónicos y televisivos. La diferencia es que hoy la construcción del enemigo no necesitó de grandes esfuerzos por parte de los servicios de inteligencia (sic) del ejecutivo nacional. Donald Trump es la parodia ideal contra la cual se focalizan los odios y las angustias del hartazgo colectivo; es racista, xenófobo, sexista y, por si fuera poco, cuestiona el libre mercado. El pánico antitrump globalizado reivindicará, bajo la bandera de la solidaridad internacional, los valores del Neoliberalismo, cuya  posible crisis terminal exigió el nacimiento de un enemigo común con terroríficas características que ponderaran los beneficios socioeconómicos de la apertura de las fronteras.

Bastante arriesgada es la maniobra con que el sistema financiero se intenta proteger de la crisis. El escenario geopolítico se complejiza al grado de no poder adivinar con certeza el objetivo de los movimientos de rusos y chinos en el tablero. Sin embargo, no hay dudas sobre la tormenta que se avecina para los desposeídos y explotados de todo el globo; paradójicamente, lo más claro es que la guerra contra la humanidad no se detendrá por las buenas intenciones de los gobiernos “políticamente correctos” y “democráticos”. En México, el racismo de Trump llegó en un momento favorable para ocultar el propio racismo de la estructura gubernamental; la guerra de exterminio contra los pueblos originarios y la sociedad civil emprendida por el fascismo peñista será encubierto por un barbárico wasp amenazando a los inmigrantes: “America first, America first”. Los medios de comunicación, la clave para difundir el pánico y  ofertar como refugio seguro un nacionalismo ya caduco, donde se ocultan los oligarcas locales con la esperanza de no perecer ante los grandes monstruos transnacionales.

Mientras tanto, y siguiendo la metáfora zapatista del muro y la grieta, en los sótanos del mundo, sin hacer tanta bulla, los pueblos originarios dan rotundos golpes que cuartean el muro. Llevan ahí más de 500 años y llaman sólo la atención de unos cuantos; con las artes y la ciencia como herramientas fundamentales, la convocatoria que hace el CNI  para defender la vida y el territorio es contundente y sí que hace retemblar “en sus centros la tierra[1]”. Al poder le preocupa más de lo que pretende admitir que abajo se organice la rabia y que la rebeldía construya alternativas de vida colectivas, en donde la capacidad de sobrevivir dependa de los esfuerzos que surjan de la verdadera solidaridad entre los marginados y despojados de todos los colores y formas. Mientras el tío Sam promueve discursos de odio contra las diferencias y los gobiernos capitalizan el miedo a su favor; sin atender el tiempo impuesto desde arriba ni obedecer a los calendarios capitalistas e ignorando las fronteras inventadas por los imperios, en los caracoles zapatistas, en Cherán, en Ostula, y en tantos otros lugares del mundo, la creatividad de los pueblos desmiembra las cabezas de la Hidra que ruedan por los suelos libres de miedo y de transgénicos. La Historia no camina hacia atrás y todos los muros caen. Literalmente Trump, la marioneta del capital financiero, la cabeza visible de la Hidra, no se equivoca: América primero. Le avisamos que América se extiende desde la Nación Gwich´in hasta el territorio yagán:

Es el momento de los pueblos, de sembrarnos y reconstruirnos. Es el momento de pasar a la ofensiva y es este el acuerdo que se dibuja en nuestros ojos, en los individuos, en las comunidades, en los pueblos, en el Congreso Nacional Indígena; es tiempo de que la dignidad gobierne este país y este mundo y a su paso florezcan la democracia, la libertad y la justicia.[2]

Datos oficiales informan que la frontera entre México y EUA mide 3,142 km. En 1848, so pretexto de los asentamientos de colonos norteamericanos en territorio mexicano, pero con claros objetivos imperialistas, EUA arrebata a México 51% del territorio. En 1853 se “vende” La Mesilla al vecino país del norte y la frontera quedó entonces 2 millones de km² al sur de su posición original; pueblos originarios fueron despojados por los colonos blancos que se autonombraron dueños del territorio y cercaron a las familias nativas. Hoy decenas de miles de familias de africanos, centroamericanos y mexicanos de todos los estados circundan la línea migratoria buscando los sueños de los que fueron despojados por las armas lacerantes del Capitalismo.

Unos a otros, unas a otras, se observan fijamente ante la ceguera de las autoridades migratorias de uno y otro lado; las miradas se encuentran y se entrelazan en abrazos profundos que duran lo que dura la eternidad. La espera rebasa el conteo del tiempo de los relojes, la noche llega y se va innumerables veces sin que los hombres, mujeres y niños ahí asentados reciban el permiso de cruzar al otro lado. ¿Otro lado? se preguntan sin esperar respuestas. Las lenguas, comprendiendo únicamente el ritmo de las palabras, se empiezan a tejer en besos bajo las carpas y paren nuevos significados; los brazos vacíos encuentran sin buscar una mano compañera del color de la tierra bajo el techo de los refugios. Entonces, el silencio empieza su frenético baile sobre las pieles oscuras, en el manto del deseo todas adquieren un color marrón, casi cobrizo. Emergen desde la profundidad de las selvas más remotas los gemidos de las diosas antiguas y olvidadas. Ellos, ellas, saben que han llegado.

[1] Tercer verso del coro del Himno Nacional Mexicano.

[2] Congreso Nacional Indígena, “¡Y retembló! informe desde el epicentro…”, pronunciamiento leído el 1° de Enero del 2017 en el caracol zapatista de Oventik, Chiapas, México.

 

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