En la década de los ochenta, Costa Rica pasaba una situación altamente crítica que ponía en riesgo las manchas de bosque existentes en un lapso de 5 a 10 años, lo cual se resume en una transformación del entorno ambiental (Campos, 1989).
Para nuestra experiencia entenderemos que con el paso del tiempo la conservación y la destrucción ambiental en Costa Rica han sido temas que siempre ha caminado juntos desde el pasado. Con esto, los problemas ambientales han ido desde los enclaves del monocultivo de café, banano, caña de azúcar, palma y piña; la urbanización y metropolización del valle central con panoramas destructivos y las consecuencias de lo que fue el proceso de potrerización de Costa Rica, la industria hotelera, entre otros que nos han dejado un legado crítico donde está latente el fenómeno de la sequía, contaminación y escasez del agua y hasta problemas por tierra.
En ese sentido, hablando en estos términos la historia se mantiene viva y la preocupación de carácter ambiental tiende a calar en algunas identidades y conciencias ecologistas de la sociedad costarricense, logrando esfuerzos, acciones directas en materia de conservación, legislación ambiental y precaución para resguardar la dinámica ecológica.
Sin embargo la memoria histórica ambiental y la educación es uno de los problemas más graves que enfrenta nuestra sociedad costarricense ante la falta de comprensión de los impactos sociales que han generado la alteridad de los fenómenos naturales como la sequía, las inundaciones, las fuertes precipitaciones, como también la destrucción de los suelos, los altos niveles de contaminación emitidos en el aire, el agua, la tierra, entre otros, por las prácticas irresponsables del ser humano carentes de una educación ambiental adecuada.
Por lo tanto, en relación a lo dicho, ha pasado un par de semanas desde que se conmemoro el día nacional de los Parques Nacionales y en su dedicación, han sobrado las publicaciones en redes sociales, periódicos y noticiarios sobre las preocupaciones que viven las áreas de conservación en Costa Rica ante diversas amenazas sociales y la crisis ambiental que enfrenta por el alterado cambio climático.
Estas situaciones son más que evidentes y hasta contradictorias al mismo tiempo, en un país que se alza a la fama por un lado en cumbres sobre cambio climático a nivel internacional o por medio de propagandas turísticas que vende la imagen de un país “verde” pero esencialmente vulnerable a las políticas trasnacionales como nacionales.
En esa medida, si reconociendo que por una parte es importante rescatar los logros alcanzados en lo que respecta la política de legislación ambiental y la creación de áreas de conservación, los vacíos en el cumplimiento del derecho y educación ambiental para disfrutar de un ambiente sano que permita garantizar la vida se convierten en temas que amenazan el ambiente y la salud en su concepto grosso modo, a pesar de que la propia lógica de producción capitalista reconozca sus límites y opten cada vez más por el inalcanzable “desarrollo sostenible”.
En ese sentido, analizando las problemáticas ambientales del país desde un recorrido corto de los años ochenta hasta nuestra actualidad, pareciera que la historia sigue manteniendo graves problemas del pasado en lo que respecta el comportamiento de nuestra sociedad costarricense y la transformación de nuestro entorno ambiental con preocupantes situaciones a nivel social, educativo, cultural y económico.
Ante lo dicho, algunos escenarios paradójicos son los altos casos de caza furtiva, la cual se convierte en parte de la cotidianidad amarga que viven nuestras áreas de conservación. También el mal manejo de residuos sólidos en relación a las condiciones de saneamiento que debemos de tener para evitar las pandemias de chicunguya, sika y dengue, el uso indiscriminado de agroquímicos que ubica a Costa Rica en una posición igual de “previlegiada” al imaginario del país conservacionista como también el tema de la pesca indiscriminada entre otros más.
En ese sentido, el considerar a Costa Rica como un país conservacionista, no es equivalente a que seamos una sociedad educada ambientalmente dado a que el meollo del problema radica en que una de las preocupaciones más amenazantes para nuestras áreas de conservación y fuera de éstas, es el factor humano, acompañado de su conducta socio-cultural y de dominio sobre la naturaleza para fines de destrucción y mercantiles principalmente.
De esta manera, nuestras áreas de conservación se encuentran actualmente relegadas por el gobierno, con problemas de falta de apoyo e interés político- institucional, donde según datos de la contraloría de la república en un estudio realizado con el Icomvis-de la Universidad Nacional de Costa Rica, demuestra que el SINAC no cuenta con los recursos financieros y necesarios para mantener, organizar y planificar estratégicamente el resguardo de las áreas protegidas (Ortiz, 2016).
Según el estudio, se determinó que la falta de recursos tuvo un efecto desfavorable en al menos un 80% de la mayoría de las zonas, de un análisis que abarcó 128 áreas protegidas. Además el informe también revela que la distribución del personal carece de criterios preestablecidos, lo cual origina diferencias significativas en la cantidad de funcionarios asignados para contrarrestar los problemas de la caza, la orería, extracción de madera, e incendios forestales, pesca ilegal principalmente (Ortiz, 2016).
Ante lo dicho, cabe agregar que los esfuerzos en materia de conservación se han mantenido desde el año 2010 hasta el 2014 según datos del Estado de la Nación en el 2015, lo cual es vil reflejo sobre el deficiente interés político de resguardar nuestras áreas protegidas acompañada del escaso e ineficiente trabajo sustantivo por concientizar a la población nacional, acerca de las causas y consecuencias de nuestras conductas irresponsables con el ambiente.
Sin embargo, no podemos seguir permitiendo un retroceso de los alcances logrados en materia de conservación de bosques, con respecto a las amenazas sociales que sufren nuestro entorno ambiental fuera de las áreas de conservación. Es por ello, que el tema de la educación ambiental como alternativa de solución a las amenazas, también carga un gran peso en su ausencia y en su poco esfuerzo crítico para contextualizar y educar a la sociedad costarricense de una manera acorde con la realidad que vivimos todos los días.
Para fundamentar un poco más lo dicho, según Hernández menciona que “a pesar de que se realizan hace más de treinta años acciones de Educación Ambiental en sus diferentes tipos de modalidad (formal, no formal, informal y comunitaria), por parte de los sectores académicos, gubernamental, no gubernamental, el sector privado. El impacto deseado en los grupos meta con un manejo responsable y una relación adecuada con el ambiente, no es acorde con la magnitud de esfuerzos realizado”. (Hernández, 2011, pág.9)
Y por otra parte, el conocimiento al que se le propicia al niño o joven de escuela o secundaria, deja de lado la enseñanza en cuanto hacer conciencia del análisis de las causas que han generado las problemáticas ambientales, con el fin de educar acciones inmediatas relacionadas a hábitos y costumbres de los estudiantes, por ejemplo aprender a separar residuos sólidos, orgánicos e inorgánicos, reutilizar las botellas entre otras; y en ese sentido no se presenta un abordaje a profundidad y mucho más complejo sobre el tema ambiental, y a la vez sobre la importancia de las causas que conllevaron al aprendizaje de dichas prácticas inmediatas. (Calvo, 2013).
En ese sentido, a pesar de que en Costa Rica existen iniciativas importantes, necesitamos tener una visión diferente y con mayor alcance para entender el grado del problema que vive el ambiente por culpa de una sociedad que no tiene las bases educativas adecuadas para hacer comprender nuestra situación natural como seres vivos y cuidar nuestro hogar común. Porque no basta con seguir implementando las mismas e ingenuas estrategias educativas vestidas de verde y de “sostenibilidad”, las cuales ocultan la dinámica extractiva con fines lucrativos y han ocasionado escenarios de crisis e insostenibilidad ambiental más que evidente en América Latina por más de treinta años.
Bibliografía utilizada
Calvo. X (2013) La Educación Ambiental en la Niñez Costarricense en la Edad Escolar: Responsabilidad Compartida por el Currículo Oficial del Ministerio de Educación Pública y el Hogar. Revista Biocenosis. Vol.27 (1-2). Centro de Educación Ambiental, Universidad Estatal a Distancia.
Estado de la Nación (2015) Capítulo 4 Armonía con la Naturaleza. Vigésimo primer informe del Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible. San José. CONARE. http://www.estadonacion.or.cr/21/assets/en-21-cap-4.pdf
Hedström, I (1990) ¿Volverán las golondrinas? La reintegración de la creación desde una perspectiva Latinoamericana. San José. Editorial Departamento Ecuménico de Investigación (DEI)
Hernández Rojas, L. (2011) Modelos de Educación Ambiental Para la Conservación de los Recursos Naturales. El Caso del Parque Nacional Volcán Poás, Costa Rica. Tesis de Doctorado en Ciencias Naturales para el Desarrollo Énfasis en Gestión y Cultura Ambiental. Universidad Estatal a Distancia, Costa Rica.
Ortiz, L (2016, Julio) País invierte poco en conservar su riqueza. CAMPUS, 5. http://www.campus.una.ac.cr/2016julio_pag05.html