Por: Ligia Arreaga
En el 2002 comencé a radicar en Darién por un trabajo en Comunicación vinculado con un Proyecto dirigido a agricultores de la Comarca Emberá-Wounaan y Afro-descendientes. Mi labor me permitió conocer de cerca la realidad socio-ambiental y económica de la provincia de Darién.
Entre los años 2006-2007, mucha gente comentaba en voz baja que políticos convencían a campesinos para trochar cientos de hectáreas del humedal-laguna Matusagaratí y les pagaban 100 dólares por ha. Muchos fueron estafados. Debido a mi oficio de periodista y activista ambiental, campesinos y ciudadanos en general me relataban detalles y nombres de las personas implicadas, pero nadie se atrevía a denunciar.
Un ciudadano me dijo: “si tú, como defensora del ambiente, no denuncias lo que está pasando con Matusagaratí, entonces no puedes decir que eres ambientalista”. Esto me timbró en la conciencia y me fui a recorrer con un guía parte del Humedal-laguna Matusagaratí. Al llegar, pude ver y sentir la tierra húmeda y su laguna, un escenario fascinante y diverso, rico en especies vegetales y animales. Me decidí entonces a denunciar ante las autoridades judiciales. Esto ocurrió en octubre del 2007.
Luego de eso los moradores cercanos a Matusagaratí, indignados, decían que los colombianos ya estaban sembrando arrozales y fumigando, que había mortandad de diversas especies de animales y de peces en quebradas y en el río Tuira. Mientras tanto ninguna autoridad hizo nada; ni las responsables de proteger y cuidar el ambiente, ni las de Recursos Acuáticos. Ninguna autoridad paró la venta de las tierras de Matusagaratí.
En el año 2009, junto con una educadora de Canglón, decidimos organizarnos. Invitamos a moradores que coincidían con la idea de defender esta importante reserva de agua dulce y, en agosto del 2009, formamos la organización “Alianza por un Mejor Darién”. Viajamos a la laguna para verificar lo que de manera escandalizada y desesperada la gente de las poblaciones vecinas denunciaba y encontramos canales gigantescos que desaguaban la laguna hacia el río Aligandí.
El 10 de diciembre de 2009 hice una ampliación a la denuncia del 2007 y entregué copia de un Contrato de Cesión de tierras de la laguna. El documento era firmado por el colombiano Javier Daza Pretelt y la panameña Elizabeth Fernández, firma como testigo el Representante Matías Amores. Esta prueba contundente que presenté en la Fiscalía fue filtrada inmediatamente a los criminales y diez días después ordenaron asesinarme, contrataron dos sicarios y les indicaron que tenían cuatro días para cumplir la orden. Sin embargo, uno de ellos se arrepintió y avisó a un sacerdote, quien me advirtió y pidió a SENAFRONT protección para mi persona.
Denuncié este intento de asesinato al día siguiente, 24 de diciembre de 2009, ante la Fiscalía de la Palma, Darién, desde donde posiblemente se filtró a los criminales la información de lo que yo había presentado el día 10, como después deduje. Siendo el 24 víspera de Navidad, el Fiscal ya había salido de la oficina. Al pedir los primeros días de enero la copia de mi denuncia firmada por el Fiscal no la encontraron nunca, a pesar de las reiteradas veces que las solicité.
Desde entonces he seguido luchando por salvar el humedal-laguna Matusagaratí, defendiendo el ambiente y los derechos humanos en Darién. En 2014 pusimos otra denuncia como AMEDAR para reabrir el caso de las denuncias anteriores, que pusimos contra la venta de tierras, desagües aprobados por EIA fraudulentos, etc. Las organizaciones ambientalistas y la prensa hicieron eco de nuestra lucha y lo que pasaba en Matusagaratí empezó a ser más conocido. Eso trajo como resultado nuevas amenazas de muerte de las cuales me enteré por amistades y personas solidarias. Sigue la corrupción y la impunidad; ningún alto funcionario ha sido juzgado y, a pesar de haber declarado la zona “área protegida”, continúan desaguando y aniquilando el humedal.
En 2015 y 2016, puse nuevas denuncias ante la Fiscalía de Panamá por esas amenazas. Ni una sola se ha investigado, a pesar de haber incluso aportado datos de matrículas de carros que me seguían.
En 2016, tras reflexionar sobre el asesinato de Berta Cáceres y otros ambientalistas, viendo que el Estado de Panamá no garantizaba mínimamente mi seguridad personal, tomé la decisión de salir para seguir la lucha porque sólo si estás viva puedes luchar. Doy las gracias a las personas que me han apoyado y ayudado solidariamente y en especial a la organización Front Line Defenders. Gracias a todas ellas estoy continuando la lucha por salvar el humedal-laguna Matusagaratí.