Mujeres en lucha, el malestar del patriarcado

Por:Ana Lilia Félix Pichardo

ana_lilia199@hotmail.com

Tierra, terreno, terruño y territorio (banamil, osil, y la secuencia lum, jteklum, lumaltik de los tzotziles y tzeltales) y lo que contienen no se venden ni se compran ni se confiscan porque son de los muchos que le deben su existencia colectiva, histórica, cultural, un bien colectivo transgeneracional, la garantía de la existencia futura de quienes los marcaron y los siguen marcando de su sello per secula seculorum. Juntos son una herencia cósmica, un llamado histórico, una memoria activa.

Andrés Aubry

El reloj de la Historia ha marcado la hora exacta del florecimiento de los pueblos. Durante la conmemoración del 20 aniversario de la conformación del Congreso Nacional Indígena[1], enmarcada quizá en el peor de los escenarios de guerra nunca antes padecidos por estas tierras, los representantes de los pueblos agrupados en el CNI lanzaron una afrenta contra las estructuras –todas- de dominación que encarnan al ambiguo monstruo de mil cabezas llamado Capitalismo: la conformación de un Concejo Indígena de Gobierno[2], “un colectivo, formado por delegados del CNI, que aspire a gobernar el país. Y que se presente a las elecciones presidenciales del 2018 con una mujer indígena del CNI como candidata independiente”[3]. Carente de análisis, la rabia de la burguesía local no se hizo esperar y el racismo, velado la mayor parte del tiempo por ser políticamente incorrecto, emergió en descalificaciones y burlas contra la propuesta nacida de asambleas cuya democracia exige una nominación que identifique ese caminar colectivo de la palabra hacia la toma de acuerdos desde los siete principios del mandar obedeciendo.[4]

            En un país extremadamente racista como México, se concibe al mundo indígena como una realidad abstracta y ajena con la cual “lo mexicano” poco se identifica. Coexisten, pugnan, la conveniente idealización de la gloria prehispánica y la resistencia de las comunidades originarias por sobrevivir y construir realidades colectivas que se rijan fuera de la lógica neoliberal. Si para ciertos sectores resulta inconcebible que los pueblos tengan la capacidad de gobernarse y decidir el destino propio, a la hegemonía simbólica ofende que la diversidad cultural resista a la homogeneización como política de Estado y más aún que, desde esos sótanos, nazca la voz de mujer capaz de recorrer todos los rincones de este territorio para encontrar eco entre los que, sin ser indígenas, tampoco tienen rostro y sobreviven al exterminio. La conformación de un Concejo Indígena de Gobierno, única en el mundo, aspira a gobernar el país desde la manera en que ya se han venido gobernando las autonomías indígenas, bajo los principios del mandar obedeciendo. Esa “muy otra” forma de hacer política difiere en su totalidad con la política hegemónica de arriba:

La concepción de los partidos políticos parte de una perspectiva individualista que, a su vez, es un reflejo de la concepción occidental desde la cual fueron creados. En ese sentido, los pueblos pensamos en la colectividad y, como ustedes pueden ver, aquí hay una representación colectiva. Además, en este contexto de guerra y de muerte que ha bañado de sangre nuestras tierras, también nos hemos dado cuenta de que son justamente los pueblos de este país los que están generando alternativas reales contra la guerra que estamos viviendo, a través de la reconstitución de sus tierras, la articulación de sus autoridades tradicionales o el ejercicio de métodos de seguridad propios. Nosotros no pensamos que la solución no va a venir de una sola persona […][5]

Efectivamente, la concepción política desde donde se forja la iniciativa del CNI no puede ser comprendida desde la lógica del capital, ni siquiera desde la lógica de los partidos progresistas. Al romper con los partidos políticos, las comunidades están reconstruyendo el tejido social comunitario y volviendo a la toma de decisiones colectivas donde la palabra es un ir y venir de reflexiones que escuchan con detenimiento para luego acordar el ritmo del mutuo caminar. El poder ejercido de manera vertical desde arriba, cuyas formas se acompañan de toda clase de violencia machista, es desmontado e invertido por la colectivización de la práctica política en donde confluyen hombres y mujeres que reivindican y revolucionan la tradición. 

La iniciativa del CNI es una respuesta al proyecto neoliberal de muerte que amenaza más que nunca la vida de las especies y el territorio; nace de la práctica organizativa y del análisis que de la realidad hacen los pueblos para saber que es el momento para unir fuerzas con todos los marginados y explotados de México y del mundo para hacer frente a la guerra total que asesina los bosques, a las mujeres y a la colectividad con la misma saña. Es una lucha por la vida, es la rebeldía en todos lados a toda hora que dice no y que se atreve a parir la posibilidad de otro mundo en un momento en que pareciera que ha triunfado la posmodernidad y la desesperanza como antesala de los disparos y la maquinaria invadiendo la comunidad y el cuerpo como territorios sometidos por el gran patriarca sin banderas.

  1. Resistencia y rebeldía tienen nombre de mujer

El desarrollo del capitalismo en su fase neoliberal permitió la multiplicación de la violencia patriarcal venida de las estructuras económicas que mercantilizaron el despojo del cuerpo y la fuerza de trabajo de las mujeres en el espacio público, recrudeciendo además el esclavismo doméstico y el sometimiento en lo privado e íntimo. La mujer, producto y productora, ha sido explotada en su totalidad, víctima de la violencia de sus pares, sin embargo, también aprendió a rebelarse contra todas direcciones desde donde se articula la muerte y la anulación de la dignidad. Las mujeres zapatistas nos han abierto las puertas de sus comunidades y hogares para compartirnos “su modo” de cómo la lucha contra el capitalismo ha sido total, contra todos sus rostros y formas, entre ellas, claro, el patriarcado. Es decir, entender que el monstruo es una maquinaria que multiplicará sus formas cuantas veces sea necesario para mutilar, asesinar, violar, humillar y destruir permitirá que la resistencia se configure en todos los ámbitos y se luche de manera frontal contra todas las cabezas de la hidra y no sólo contra “la cabeza madre” y después, como se preponderó en los programas de lucha vanguardistas, se resolverán los demás despojos y violencias.

            Han sido las mujeres la fuerza que ha empujado las luchas desde el interior de los hogares contra los proyectos de muerte que se instalan en las comunidades con rostro de partidos políticos, sectas religiosas, policías, narcotraficantes, transnacionales y proxenetas.[6] La colectividad en las comunidades zapatistas, por ejemplo, se apoya en el núcleo familiar que se revolucionó a la fuerza, por la necesidad de sustituir las relaciones verticales de dominación en el interior de las familias por nuevas formas de construir relaciones sociales desde los espacios más privados:

Como lo trataron con el patrón los hombres, como que traen arrastrando malas ideas también los hombres, y aplica dentro de la casa como el patroncito de la casa. No es cierto que se liberó las mujeres sino que ya son los hombres que fueron el patroncito de la casa. [7]

Sin renunciar a la vida familiar, conjugando la cosmovisión ancestral con el análisis permanente del sistema-mundo, las compañeras indígenas en territorio rebelde han encabezado las luchas contra el patriarcado más asombrosas de las cuales las mujeres en las ciudades aún tenemos mucho que aprender.

            Negando y rompiendo paradigmas de las luchas feministas burguesas, occidentales, etnocentristas, “muy de arriba”, las comunidades originarias han decidido caminar bajo sus propias reglas y ritmos, cuestionando permanentemente su práctica en el cotidiano resistir en colectivo:

 La lucha de las mujeres indígenas busca incorporar a los varones. No se puede concebir como una lucha de mujeres contra o al margen de los hombres. Aunque se expresa como un reclamo y una rebeldía contra situaciones de dominación y sujeción de las mujeres, esa lucha existe a la par, es decir, que está subsumida en, y encapsulada, por, la certeza cosmológica y filosófica de la complementariedad y conjunción con el varón.[8]

 La colectividad permite que la resistencia se manifieste como una manera de vivir que cuestiona al poder en todas sus formas de dominación y le apuesta a la construcción de otra forma de hacer política y vivir en comunidad. El rompimiento con el patriarcado no es consecuencia inmediata de la liberación del territorio y la toma de los medios de producción, sino que también ha sido el resultado de una lucha al interior de los pueblos y familias, porque se ha comprendido por los compañeros y compañeras que patrones y hacendados acechan en el espacio familiar y no existe la libertad si ésta no es total y permanente.

            Que la voz de las comunidades del CNI sea la de una mujer indígena nahua no es fortuito, es resultado de una lucha que también se libra en las comunidades indígenas contra el capitalismo patriarcal que refuerza la violencia y la humillación, balcanizando la vida comunitaria y evitando que los pueblos resistan en colectivo:

Si usted es pobre es vulnerable, si usted es mujer es todavía más vulnerable.  Como si el sistema no se conformara con agredirla por lo que es, y se diera a la macabra tarea de eliminarla.  Es decir, ya no sólo es objeto de acoso y violencia sexual.  ¿Qué ha pasado en este sistema que vuelve “natural” y hasta “lógico” (“sí, ellas se lo buscaron”, dice la sociedad entera) ya no sólo la violación, también el secuestro, la desaparición y el asesinato de mujeres?  Sí, mujeres.  La democratización del odio de género iguala edades, razas, colores, estaturas, pesos, credos, ideologías, militancias o no; todas las diferencias, menos las de clase, diluidas en una falta mayor: ser mujer.

  Y vaya usted agregando potencias según su diferencia: color, estatura, peso, indígena, afrodescendiente, niña, niño, ancian@, joven, gay, lesbiana, transgénero, su modo suyo de usted, cualquiera que sea.  Sí, un sistema empeñado ya no sólo en segregar y despreciar las diferencias, ahora decidido a eliminarlas por completo.  Y no sólo exterminarlas, ahora haciéndolo con toda la crueldad de que es capaz una modernidad.  Sigue la muerte matando, pero ahora con mayor sadismo.[9]

La propuesta por la defensa de la vida y del territorio tendrá la voz de las mujeres, porque son ellas las que peor viven la sangrienta guerra contra los pueblos y las que por más tiempo han padecido el despojo de sus cuerpos y de sus tierras. La iniciativa que caminará con el CIG nace desde las comunidades indígenas, pero en ella cabemos hombres y mujeres de todo el territorio nacional, del campo y la ciudad; el llamado es a resistir y organizarse en torno a una propuesta anticapitalista y antipatriarcal, donde se hace urgente la confluencia de tod@s l@s oprimid@s y explotad@s. Ante la crisis del Estado-Nación, ante la crisis del sistema neoliberal y, sobre todo, frente a la guerra contra la humanidad emprendida por el monstruo de las mil caras, el camino de las autonomías para defender la vida y la cultura en todas sus manifestaciones se hace más urgente que nunca.

            La guerra hoy es total y permanente, en los espacios públicos y privados, en la calle y en los hogares la hidra entra hasta lo más íntimo de nuestras vidas cotidianas para amenazar lo que somos y lo que hemos sido por cientos de años; asesina, humilla, descuartiza, desaparece, desaloja, viola, anula, despoja, roba, explota, y a eso le saca plusvalía, nuestra muerte y desaparición es un negocio para el arriba sádico y siniestro. La lucha, nuestra organización de la rabia y de la rebeldía aspira a ser total, a estar en todas partes y en todo momento, caminar con tod@s l@s diferentes para no dejar de ser diversos ni avergonzarnos por ser lo que somos ni lo que queremos ser. Respondemos a la iniciativa del CNI y caminaremos con el CIG junto con la vocera María de Jesús Patricio porque a través de ella hablarán no sólo nuestras muertas y desaparecidas, sino también el dolor de la tierra mancillada por siglos y ya cansada de ser la mercancía de unos cuantos.

Referencia

[1] En adelante CNI.

[2] En adelante CIG.

[3]CNI-EZLN, comunicado Que retiemble en sus centros la tierra, 12 de octubre 2016.

[4] 1)-Servir y no servirse; 2)- Representar y no suplantar; 3)-Construir y no destruir; 4)-Obedecer y No mandar; 5)- Proponer y no imponer; 6)-Convencer y no vencer; 7)- Bajar y no subir.

[5] Fortino Domínguez (concejal del CIG), Conferencia de prensa ofrecida el 28 de mayo luego de la instalación del Concejo Indígena de Gobierno.

[6] Léase: https://www.congresonacionalindigena.org/espejos/

[7] Comandanta Miriam en el seminario El pensamiento crítico […]

[8] Marcos, Sylvia, Mujeres, Indígenas, Rebeldes, zapatistas, México, Eón, 2013. p. 24.

[9] Comandancia General EZLN, Una historia para tratar de entender:

http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2016/11/17/una-historia-para-tratar-de-entender/

 

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *