El desafío de la territorialidad desde la interculturalidad, el feminismo campesino popular y la lucha ambiental campesina: apuestas de las Zonas de Reserva Campesina en Colombia

Apreciaciones sobre  Participación en el VI Encuentro de Zonas de Reserva Campesina
14,15 y 16 de Octubre de 2017, Chaparral (Tolima)
Por: Tabaca Colectivo Agrario Abya Yala
Grata fue la sorpresa cuando en el marco del  acompañamiento al Encuentro Intercultural entre Nasa y Pijaos del Sur del Tolima, el 12 de Octubre de 2017, en el municipio de Chaparral,  empecé a notar carteles y avisos de invitación al VI Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina, y más admirable aún,  cuando se  anunciaba que en sus primeros días se desarrollaría el II Encuentro de Mujeres de Zonas de Reserva Campesina.

Entonces recordé que uno de los primeros procesos rurales que conocí  como Estudiante de la Universidad Nacional, fue precisamente el de las Zonas de Reserva Campesina (ZRC),  cuando en el marco del “Encuentro Nacional de comunidades campesinas, afrodescendientes e  indígenas por la Tierra y la Paz de Colombia”, realizado en Barrancabermeja de los días 12 al 15 Agosto del año 2011, visitamos previamente algunos lugares del majestuoso territorio del Rio Cimitarra, en el Magdalena Medio,  proceso de  Zona de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra, en el Sur de Bolívar. Así mismo, recordé el II Encuentro Nacional de ZRC realizado en el municipio de Corinto (Departamento del Cauca), primer encuentro al que tuve oportunidad de asistir junto a mujeres, hombres y jóvenes de  la Zona de Reserva Campesina de Cabrera. De este encuentro  recordé, que entonces el escenario de la Mesa de Mujeres ZRC Campesinas, era tan solo un espacio  dentro de la Metodología del Encuentro, pero hoy, ya se trataba de un espacio autónomo y específico para que las mujeres de las comunidades y organizaciones campesinas se sentaran a dialogar y a compartir entre ellas las apuestas que como mujeres rurales hacían frente a la vida, la defensa del territorio y la construcción de paz. Luego me enteré que fue en el IV Encuentro Nacional de ZRC desarrollado en Tibú (Norte de Santander), en el 2014, donde se exigió un Encuentro Nacional de Mujeres de ZRC.
Así un recuerdo fue alimentando a otro, y de estos, fueron emergiendo emociones por la alegre coincidencia y la oportunidad que  se manifestaba en el camino. Decidí que debía estar allí, y junto a mí, se animaron dos amigas a participar de este encuentro campesino. Sentía bastante fortuna, al ver la complicidad entre las tres, no solo por ser mujeres, sino por imaginar la  enriquecedora experiencia a la que nos embarcaríamos, dado que quienes me acompañaban eran  mujeres indígenas jóvenes,  de espíritu despierto, creativo, inconforme pero infinitamente amoroso, que  conocí en el marco de la conmemoración a la resistencia indígena realizada por Pijaos y Nasas del Sur del Tolima. Estas dos jóvenes, Anlava y Laura, hacen, respectivamente, parte de procesos organizativos de las Comunidades Indígenas de Chaparral-CRIC- y  del  Grupo Pijao- “Jóvenes caminando por la Unidad de Nuestro Pueblo”. Ellas, enérgicamente estuvieron dispuestas a asistir durante estos tres días a las aulas del Colegio Manuel Murillo Toro, donde se llevaría a cabo  este dialogo desde las realidades campesinas de las ZRC  y la  Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (ANZORC). Entonces vi su apertura a las comprensiones de la lucha social del campo, desde la experiencia compartida del Otro.
Señalar, que durante estos días, el VI Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina nos abrazó con su encantadora forma de ser micro-vivencias de sueños compartidos: guardianes y protectores autónomos no armados del territorio (nos recibe la guardia campesina); mujeres atentas y empoderadas en la defensa de la vida y la naturaleza (El primer escenario al que  llegamos fue a la discusión de la Agenda Programática del II Encuentro de  las Mujeres de la ZRC); prácticas inspiradoras de economía propia, solidaria, asociativa e intercambio de semillas (Durante todo el Encuentro se adecuo un espacio para la muestra de productos locales de las Asociaciones campesinas, como también se realizaron intercambios de saberes y semillas); además de los espacios en los que se es Común Unidad, al  compartir Comida, Palabra, Experiencias, Apreciaciones, Reflexiones, Sentidos, Conspiraciones Nuevas, tanto en  la generación de lazos como en  el reencuentro de otros tantos que se refuerzan.
Igualmente, el VI Encuentro proporcionó algunos elementos de análisis sobre los  debates, tensiones y situaciones actuales  del movimiento campesino  en Colombia, vista desde la experiencia organizativa que han abanderado en   las Zonas de Reserva Campesina, la exigibilidad del reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos, histórico, político, y cultural.
A continuación se abordan algunos elementos identificados en el marco de participación de estos espacios:
Participación Mesa Nodal Centro del Segundo II Encuentro Nacional de Mujeres de  Zonas de Reserva Campesina –Discusión Propuesta Agenda Programática de las Mujeres de la  ZRC
“Las Zonas de Reserva Campesina tienen Manos, Sueños y Rostro de Mujer”
“Somos territorio, somos vida, la paz es de las mujeres campesinas”
La Agenda Programática propuesta en el Primer I Encuentro Nacional de Mujeres de Zonas de Reserva Campesina realizado en Curumani (Cesar) en 2016, comprende el producto de acumulados y discusiones planteadas desde los Encuentros anteriores y retroalimentada en cada uno de los nodos, mediante los pre-encuentros Regionales realizado por las comunidades y la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (ANZORC). La Agenda Programática es definida como una herramienta por medio del cual las mujeres de la ZRC desde sus diversidades políticas, culturales y organizativas ponen puntos en común, sobre sus reivindicaciones, necesidades y propuestas. Estos  puntos en común les permiten crear un horizonte político de acción e incidencia como mujeres organizadas avanzando en la consolidación de las mujeres campesinas  como actoras políticas y en el posicionamiento de sus apuestas tanto dentro de sus organizaciones como fuera de ellas.
Esta Agenda fue base de discusión, deliberación y reflexión dentro de las mesas por nodos territoriales que se realizaron en el marco de este Segundo Encuentro. La Agenda Programática  comprende al menos doce escenarios: Participación, inclusión y representación política; visibilizarían y reconocimiento del aporte de las mujeres en las luchas campesinas; Acceso a la tenencia y titularidad de la tierra y el territorio por parte de las mujeres campesinas; fortalecimiento de formas organizativas de las mujeres campesinas; reconocimiento al aporte político y social de las mujeres a la economía campesina; redistribución de los roles del cuidados y domésticos al interior de la familia; derechos a la alimentación, Autonomía Alimentaria, Soberanía Alimentaria y nutricional; erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres; derechos sexuales y reproductivos para las mujeres campesinas; Apuesta por el derecho a la educación de las mujeres campesinas; mujeres campesinas y construcción de paz; y garantías y derechos laborales para las mujeres campesinas.
Participe en  la Mesa de Nodo Centro, que en términos generales comprende la región andina central, en la cual se abordaron, entre otros temas, el de la Educación Rural, donde se rescató la necesaria articulación entre las Universidades Públicas, los Procesos de Formación Popular y los procesos de las mujeres campesinas. Se habló de la necesidad  de realizar estrategias de formación política, también generar procesos educativos integrales, por ejemplo abordando la  educación en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos, la soberanía alimentaria  y los derechos en general de las mujeres rurales.
En el marco de este Segundo II Encuentro de Mujeres de la ZRC se resaltó:
· La exigibilidad del goce efectivo y pleno de los derechos de las mujeres campesinas, reafirmando la  determinación por construir una paz con justicia social, desde su papel como lideresas, defensoras del territorio y campesinas;
· El rechazo a  todas las formas de violencia contra las Mujeres en los diferentes ámbitos públicos, privados y organizativos que impiden que las mujeres gocen de nuestros derechos, libertad e incluso comprometen sus vidas ;
· La problemática de las mujeres campesinas también se extiende a las ciudades, donde se han concentrado las víctimas del desplazamiento rural y por tanto ese exige  al Gobierno Nacional que se comprometa con las necesidades de esta población;
· La reivindicación del feminismo campesino y popular y exigiendo que se le dé reconocimiento, discusión y se fortalezca con el aporte desde los territorios y las organizaciones;
· La implementación de una comunicación con enfoque de género, que en la sociedad se empiece a hablar en femenino, para la inclusión y visibilización de nuestros liderazgos y experiencias;
· El reconocimiento, apoyo y acompañamiento a los proyectos productivos de las mujeres campesinas para poder fortalecer desde ahí la economía campesina y como una garantía para la autonomía económica;
· La exigibilidad de poder participar informada, vinculante y dignamente en todos los espacios deliberativos, organizativos y metodológicos en los que se pueda construir propuestas y aportar a la transformación de sus realidades territoriales.
· Se denuncia  que en la implementación de la Reforma Rural Integral y el punto sobre la Solución al problema de las drogas ilícitas la participación de las comunidades no ha sido garantizada ni en el nivel nacional ni en el territorio. Por tanto exigen que se hagan mesas de trabajo y se cumpla el principio del acuerdo de participación de las comunidades para que las propuestas queden allí incluidas;
· Las mujeres demandan al Estado el derecho a la autodeterminación del territorio que a la vez nos representa tener derecho a la cultura campesina, a la soberanía alimentaria y en general a la vida;
· El reconocimiento de las  raíces interculturales indígenas y negras, invitan a todas nuestras hermanas, amigas y compañeras a reactivar y alimentar experiencias y esperanzas de lucha por acceso a la tenencia y titularidad de la tierra.
· La Solicitud  al Gobierno y a las instancias de verificación y seguimiento a la implementación,  de reconocimiento de la dificultad de llevar a la realidad el enfoque de género, puesto que hay estructuras patriarcales interiorizadas que impiden que lo logrado en La Habana tenga repercusiones efectivas.
 Finalmente, en consonancia con la Declaración de este Segundo Encuentro Nacional sumarse a que es necesarioreapropiarnos de nuestros procesos, de nuestros cuerpos, de nuestras experiencias y de nuestros derechos y para eso hacemos un llamado a la unidad, la cualificación, la escritura de propuestas claras y concretas. Así como unirse al reclamo para todas nosotras y para nuestras familias  de la soberanía alimentaria y se exige que haya una multiplicación de las semillas nativas;
Participación en la Mesa Ambiental – del VI Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina -Conflicto campesinos y Sistema Nacional de Parques Naturales de Colombia-delimitación zonas de reserva campesina y Ley 2ª.
Una vez se dio instalación al VI Encuentro Nacional de Zonas de Reserva Campesina, con  una mesa amplia intersectorial  que contó con la participación del Alcalde del Municipio de Chaparral,  Delegados del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de  la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Agencia Nacional de Tierras y Renovación del territorio, Forum Syd, ANZORC, la Asociación de Campesinos Trabajadores del Tolima (ASTRACATOL) y Pastor Alape, delegado de las Fuerza Revolucionaria del Común (FARC), entre otros.
Coincidieron en sus apreciaciones, en la preocupación común, por la apatía política  y la equivoca actuación institucional frente a la implementación integral del Acuerdo Final de la Habana, de la cual se resaltaron los Acuerdos 1 y 4, sobre la Reforma Rural Integral y el Sistema Integral de Sustitución de cultivos ilícitos. En particular, hubo reiterada inconformidad de los participantes a este encuentro, emergido de  la indignación que sienten frente a la  brecha existente entre las apuestas estatales y sus  apuestas como comunidades campesinas, así, respecto de las expectativas, proyecciones y propuestas suyas que no han sido tenidas en cuenta en el diseño, formulación y ejecución de los  Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), y del Programa Nacional Integral de  Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS).  Adicionalmente se presentaron diversas lecturas respecto de la implementación del acuerdo, los obstáculos legislativos y el panorama de la violencia socio-política, emanadas de los opositores de la salida dialogada al conflicto armado en Colombia.
Seguido a la Instalación, se desarrollaron trabajos por mesas, con relación a temáticas centrales y transversales a los procesos de las Zonas de Reserva Campesina. En este sentido, se abrió un espacio para deliberar específicamente sobre los conflictos territoriales derivados de las delimitaciones institucionales realizadas aparentemente bajo finalidades conservacionistas y proteccionistas, sobre los territorios y ecosistemas estratégicos, donde hoy coexisten comunidades de distintas orígenes étnicos y sociales.  Entre estas, las Zonas de Reserva Campesina. Este espacio fue denominado como la Mesa de conflictos ambientales y territoriales, la cual se conformó con la participación de un amplio sector académico, proveniente en su mayoría de la Universidad de Caldas y la Universidad del Tolima, delegados de organizaciones campesinas de distintos lugares como Guaviare, Cauca, Cesar, Bolívar, Norte de Santander, Magdalena Medio, Tolima, Putumayo y Huila, entre otros. Así mismo, se contó con la participación de una delegación de comunidades indígenas de Ortega.
En esta mesa se abordó un panorama general de los conflictos presentados en los territorios de Zonas de Reserva Campesina con relación a las áreas delimitadas por la Ley 2º y las directrices generadas por Sistema Nacional de Parques Naturales. Especialmente, en lo que respecta a los cambios normativos propuestos  para las  medidas de  manejo de conflictos socio-ambientales generados por el uso, ocupación y tenencia en las áreas del Sistema de Parques Nacionales Naturales, tendientes a su recuperación y conservación, que se plantea desde la institucionalidad.
Igualmente, se evidencio la preocupante situación de  la inequitativa distribución de la tierra, la estrategia  de evasión de respuesta institucional efectiva a la demanda de tierra  y su incidencia en  la generación de conflictos entre comunidades campesinas, indígenas, negras, afrodescendientes y palenqueras. Desde luego, suscitando competitividad en el acceso de derechos, desestimando que se trata de pilares fundantes, inalienables e irrenunciables de la vida de los pueblos, y no como se quiere implementar, “beneficios” o “ayudas” con contrapartidas políticas y/o concesiones estructurales de las exigencias sociales.
Por su parte, se denunció que  la estrategia de “Parques con Campesinos”, no ha sido garante de una participación real de las organizaciones y comunidades campesinas. En este sentido, se enunciaron distancias en cuanto a las visiones, metas, acciones, estrategias, metodologías y actores de la misma.
De la participación en esta Mesa, quisiera compartir al menos las siguientes reflexiones:
1. Se crea la ficticia separación entre la vida campesina y la protección de ecosistemas estratégicos. Como si las comunidades campesinas no pudieran ser guardianes ambientales del territorio. Desconociendo que los impactos ambientales más críticos se encuentran en las actividades de explotación a gran escala, propias de las economías extractivistas de enclave, donde se concentra con más fuerza, el monopolio político y económico del Estado. Por su parte, las comunidades campesinas  son potenciales actores ambientales, desde el fortalecimiento  de sus conocimientos y saberes tradicionales, como con la apertura al diálogo  y a la formación respecto de prácticas asertivas de equilibrio y protección de los ecosistemas.
En este sentido, la relevancia en pensarse y fortalecer  el horizonte ambiental y ecológico de las Zonas de Reserva Campesina-
2. Existen prohibiciones amañadas y sesgadas en el sentido que no se ha generado confianza con relación a que sea el  Estado quien ostente la protección de estos ecosistemas, cuando tiene una institucionalidad servil al modelo político y económico hegemónico, donde  la exclusión de estas comunidades desconoce la participación y la soberanía sobre el patrimonio natural, ecológico y cultural del territorio colombiano. Así hoy,  a manos del Estado, se están entregando páramos, ríos, bosques, mares, cordilleras y selvas, a costa del desangre de la Vida y la miseria de los pueblos que llegan desarraigados  a la periferia de las ciudades ¿Cuántos serán los Planes de Privatización, Extractivismo y Minería que hoy recaen sobre el Parque Natural Las Hermosas, La Macarena, Chibiriquete, La Macuira, Catatumbo-Barí, Pisba, Los Katios, Los Churumbelos, el Tayrona, Sumapaz, Chingaza, Paramillo y Purace, por mencionar algunos, y Cuántos de estos han sido concedidos sin reservas por las mismas “Autoridades Ambientales”?
3. Nos convoca el gran desafío del tejido y la unidad. ¿Cómo y desde donde podemos conectarnos y enlazarnos, las distintas luchas sociales y populares, para no consentir el cruel engaño, de ser actores territoriales en disputa, cuando nos interpele la tarea común de defender la Vida en su Megadiversidad y la Permanencia de los Pueblos en Dignidad? La maraña institucional y el monopolio de los público en las manos del Estado, ha querido generar la falsa apreciación de que la tierra no alcanza, las solicitudes se exceden o traslapan, pero el índice Gini de Concentración de la propiedad de la Tierra los desmienten, y aun así, generan que entre indios, negros y campesinos fragmenten  lo fundamental de sus exigencias.
Es justo, actual y necesario, restablecer nuestra relación con la Vida en su totalidad. Recrear prácticas sociales y territoriales que nos acerquen a una Paz con la Naturaleza y con nosotros mismos. El conflicto armado interno en Colombia ancla sus raíces  en las disputas de poder para el control de  la increíble Biodiversidad que nos fue legada para  cuidar y no para desangrar. No podemos olvidar que si este país fue ordenado territorialmente a bala, hoy la apuesta es reordenarnos desde la reconciliación, el dialogo y el restablecimiento de todo aquello en lo que ha profundizado la guerra, en nosotros mismos y  en nuestros territorios. Avanzar hacia el  equilibrio del  territorio garantizando una participación amplia y “democrática” en los designios de lo común, es también una estrategia para reversar la violencia que han sufrido las comunidades y la naturaleza.
Es necesario detenerse y conectar los sentidos con la sincronía de la naturaleza, y la memoria con los relatos milenarios de prácticas de Pueblos, que no se pusieron en peligro de extinción en menos de 100 años;  para comprender que si son viables otras formas de coexistencia plena y digna, respetando la vida en todas sus formas, priorizando el goce efectivo y pleno de los derechos de totas las comunidades rurales, viabilizando el Buen vivir y la Participación de las comunidades rurales en la planeación e implementación de las transformaciones estructurales que el campo reclama.
Participación en la Mesa de Territorios Interculturales del VI Encuentro Nacional de ZRC
El último día del VI Encuentro de ZRC participamos de la Mesa de Territorios Interculturales, un espacio de discusión, deliberación e iniciativas sobre el carácter intercultural de las ZRC, y los desafíos organizativos y  territoriales respecto a las relaciones con otras apuestas de exigibilidad social.
Desde el grupo metodológico de esta Mesa, se expuso una propuesta en construcción sobre lo que se comprendía como territorios interculturales desde ANZORC, allí se definió como: “El Área geográfica rural en la que confluyen dos o más comunidades indígenas, campesinas y/o afrodescendientes y en la que, a partir de un ejercicio conjunto y de reconocimiento del otro, coordinan sus diversas culturas, identidades y cosmovisiones para el ordenamiento y vida en el territorio.” Desde ANZORC, los territorios interculturales no niegan la necesidad del reconocimiento y la ampliación de los territorios colectivos y étnicos, sino que afirman modelos de gestión y uso legítimos desde las comunidades y deben estar articulados a las figuras legales vigentes de los demás actores (Resguardos, Territorios colectivos, Zonas de Reserva Campesina) para lograr una defensa común de los bienes naturales y del territorio.
Además, estos territorios interculturales pretenden generar articulación de estas figuras de ordenamiento territorial y sus expresiones políticas para la gestión del territorio como las Juntas de Acción Comunal (JAC), los Cabildos Indígenas, los Concejos Comunitarios de Comunidades Negras y cualquier otra forma organizativa especifica que se haya desarrollado en un territorio determinado y por cualquiera de los grupos sociales.  El Estado debe reconocer las territorialidades de indígenas, afrodescendientes y campesinos en el marco de los territorios interculturales y su ordenamiento construido por las comunidades podrá articularse con la del Estado, mediante un dialogo directo con la institucionalidad.
Durante el dialogo en esta mesa se identificaron, entre otros aspectos, que son puntos comunes a los procesos sociales del campo, y sobre los cuales convergen apuestas de diversa índole étnica y cultural, los siguientes elementos:
a. No existe reconocimiento pleno y efectivo de nuestros  derechos
b. La exigibilidad no solo es en términos de la identidad cultural, sino también, desde el horizonte político y económico de carácter Autónomo, Popular,  contra-hegemónico y  anti-capitalista.
c. Nos interpele una crisis estructural de Gobernabilidad
d. Somos sujetos ambientales, con funciones ecológicas y de conservación ambiental
e. Nuestra lucha es por la propiedad, uso y tenencia de la Tierra. Sin Tierra ni territorio, no hay autonomía, ni identidad, ni cultura.
f. Hemos sido poblaciones afectadas históricamente por la politiquería y la corrupción
g. Estamos divididos
Algunos de los participantes en la mesa manifestaban que ellos buscaban la unidad, pero era difícil cuando las comunidades indígenas y negritudes no se querían sentar a hablar-o si se sentaban a dialogar, como es en el caso del Cauca, no se cumplían los pactos acordados con los Cabildos Indígenas. Igualmente, afirmaban que las luchas étnicas emergen con preocupantes consecuencias para el movimiento social rural, dividiendo a las comunidades y provocando  conflictos entre las mismas. En este sentido, se referían a organizaciones que  interpelando a su carácter especial y prevalente “étnico”, llegaban a Acuerdos con  el Gobierno Nacional o actores privados, suscitando el falso imaginario de que sus demandas y exigencias solo  serían cumplidas si no existiese  intervención de otros actores sociales en las demandas del territorio. Es decir, se crea la ficción de traslape o choque, queriendo aducir que no se cumple con un sector, por responsabilidad de otro sector social. Generando la división y la fragmentación.
De mi participación en esta mesa surgieron las siguientes reflexiones y apreciaciones al respecto:
1. El reconocimiento del campesinado como sujeto cultural es un avance en la protección de saberes y prácticas que miles de  familias conservan y mantienen  en esa estrecha relación  con  la tierra y el territorio. La estrategia institucional fragmenta con categorías que jerarquizan el acceso a derechos y desconoce garantías fundamentales  atribuibles a toda la población sin distinción, pero además, desconoce la constante interacción,  coexistencia y lazos que entre comunidades de diversos orígenes se  desarrollan, en defensa de un mismo territorio.
Así mismo, es interesante ver  la apuesta de  las  Zonas de Reserva Campesina, como un territorio intercultural en sí mismo, en el sentido que contiene familias y poblaciones de diversas raíces étnicas y culturales. Preguntarse entonces cómo y para qué se enriquece la Identidad del Proceso desde esa Pluralidad. Interesante  también preguntarse en el cómo y para qué debemos relacionarnos respetuosamente  con otros procesos que por su misma particularidad étnica y cultural es autónoma  e independiente en su camino de lucha.
2. Definir reglamentos, estructuras y planes desde lo intercultural exige conocerse y conocer las diversas prácticas sociales y culturales que se enlazarían, porque el desafío de la construcción de Unidad es que no hayan jerarquías entre las formas de Estar y Ser en la Tierra. La mega-diversidad cultural de nuestro territorio es también un gran patrimonio por salvaguardar porque son innumerables los saberes, los conocimientos y las prácticas que no podemos subestimar a postulados occidentales de sociedad, organización u horizonte político.  Es importante entonces preguntarse Cuándo es necesario un reglamento de convivencia, y Cuándo es necesario conocer  las Leyes de Origen, los usos, costumbres o   las prácticas comunitarias ligadas a su creencia, a  su identidad y   a su autonomía jurídica, política o administrativa, para resolver sus conflictos y generar armónica convivencia.
Y aunque lo técnico de lo institucional, nos arroja a la rigidez de las categorías y lo conceptual, cuyo uso ha sido constante en este escrito, el objetivo de este punto es  mencionar que definirnos-reglamentos, estructuras, procedimientos- desde lo intercultural- nos sitúa en el desafío de dialogar desde la diversidad de vivencias que las encarnan. No es lo mismo nombrar “Comité de Conciliación” que nombrar en lengua  Barí o Wayuu el escenario, los actores o los procedimientos indicados desde su práctica ancestral para resolver los conflictos, y sin querer reducir lo anterior, a un tema enunciativo, es la carga identitaria y de sentidos que lleva una práctica y no a otra.- y a la inversa- esto no significa que un Comité de Conciliación deje de poseer su propio significado  y  sentido surgido de tradiciones y prácticas  culturales. Tanto unas como otras son campos abiertos y en movimiento, pero inmutables en el derecho irrenunciable a coexistir en la Tierra.
3. En lo metodológico sugerir que la interculturalidad también requiere un dialogo de naturaleza semejante, y por tanto, no solo es relevante una participación amplia, diversa, étnica  e intercultural, donde se identifiquen los distintos actores que participan de esta apuesta sino también plantear formas en el desarrollo del  Encuentro que se enriquezcan desde lo cultural y no solo desde lo discursivo-y lo político. En este sentido, un horizonte de sentido, desde las prácticas culturales, nos proporcionarían otras comprensiones frentes a las posibilidades de conectar lo diverso, en una apuesta común-desde lo popular. En lo práctico, poder conocernos, entre los participantes, desde lo identitario y lo cultural, para entender también como nos articulamos desde ese lugar.

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