En Colombia estamos subvalorando la importancia de que un líder político que reclama un gobierno popular llene más de 30 plazas por todo el país en solo 2 meses. |
#VillavicencioHumana |
Y se pregunta ¿hizo algo Petro o la Bogotá Humana para generar miedo en la población? Al contrario, como habitantes de la capital sentimos que su gobierno incorporó dentro de sus políticas a actores históricamente marginados, sin descuidar la economía ni al sector privado: habitantes de calle, animalistas, organizaciones de mujeres, LGTBIs, recicladores/as, población campesina, entre otros, tuvieron un lugar privilegiado dentro de su administración. Defendió lo público fortaleciendo la empresa estatal, y construyendo megacolegios, jardines infantiles y universidades. Garantizó el derecho al mínimo vital de agua, defendió la vida de los animales, incentivó las iniciativas juveniles y artísticas y permitió la movilización ciudadana como derecho. Y no lo hizo él sólo. Petro llamó a la sociedad civil y a muchos actores de la política a un cogobierno.
Entonces ¿quién tiene miedo? La respuesta no es ningún secreto: Petro incomoda al poder establecido, a los amigos de las trasnacionales extractivas, a los dueños de los bancos, los medios de comunicación, y a los propietarios de cientos de miles de hectáreas de tierra en Colombia. Luego no es el pueblo quien tiene miedo, son los potentados quienes muy ágilmente hacen de su miedo el discurso oficial y comercial que consumimos a diario. Con todo, lo sorprendente de esta campaña no es la instrumentalización del miedo, ni ver a los grandes medios invitando amablemente a Petro a pasar a su jaula para asediarlo sin miramientos y sin esconder la animadversión repulsiva que les genera ver a un “pobre” con opciones de ser presidente. Eso lo hemos vivido siempre. Lo sorprendente de esta campaña es un pueblo que despierta y que reclama su momento y lugar.
#ValleduparHumana |
Y esto no es retórica. Se demuestra en la centralidad de los debatessocioambientales (educación, salud y territorio) por encima del tema preferido de los mercaderes del miedo: la seguridad y la confianza inversionista. Se demuestra también en la politización de nuestra cotidianidad, a ratos confundida con polarización, y que ha llevado a muchos, algunos ya viejos, a la convicción de votar por primera vez. Y ante todo se evidencia en el papel protagónico que vuelve a tomar la plaza pública y la movilización de la sociedad civil como símbolo de ampliación de la democracia y delinterés por la definición de su propio futuro.
El derecho a exigir más y mejores derechos en Colombia y el mundo no es una novedad. Sólo en Bakatá (Bogotá) es común ver cada semana una marcha distinta arribando a la plaza de Bolívar, indignados e indignadas las hay por doquier. Lo que es novedoso en esta campaña es ver un pueblo movilizado a desbordar, ya no para denunciar o para exigir algún derecho conculcado, sino alrededor de un proyecto político de cambio. Lo insólito es que esta movilización no se agote en las redes sociales y en las grandes urbes (que fue el techo de la “ola verde”) sino que haya estallado en las regiones más apartadas y olvidadas del país (recuérdese Guajira, Tumaco, San Andrés Islas o Chocó).
Entonces aquí vuelve al ruedo la frase “El importante ya no será el candidato, sino el pueblo”. Porque Petro no frotó una lámpara que le dijo cómo dirigirse al pueblo para que este se levantara animoso y llenara las plazas. La ecuación es a la inversa. Es el pueblo el que reclama su momento y ha encontrado en Gustavo Petro su intérprete y conductor. De manera que no hay que rebanarse los sesos descifrando al líder sino preguntarnos cuál es el momento del pueblo. Alrededor de la pregunta pueden tejerse varias hipótesis, como que el fin del conflicto armado (no como realidad, sino como discurso) ha dejado al descubierto la podredumbre de la clase política, o que los bochornosos escándalos de corrupción de los que nadie se salva han hecho mella en la conciencia de la gente, o que la arremetida del extractivismo sobre los territorios encausa su resistencia alrededor de una propuesta política que le ponga freno. Cuestiones que merecen un análisis más profundo.
Lo cierto es que Petro, hoy día, representa al pueblo. “Pueblo”, entendido bajo la visión del teórico italiano Antonio Gramsci, de quienes nunca han gobernado; gobernado de verdad, claro. Y no porque todo el mundo esté con Petro, sino porque amplios sectores de la sociedad se organizan, invierten tiempo, dedicación y sus propios recursos para apoyarlo masivamente y sostener la campaña viva, porque habla su lenguaje y recoge sus aspiraciones, y porque creen en él como símbolo de esperanza de cambio.
#PereiraHumana |
Esto le ha permitido a la campaña una capacidad fascinante de “resiliencia” frente a los golpes bajos que le han intentado propinar: Se burlaron de sustituir el petróleo por aguacate y este se volvió el emoticón de campaña, la gente acude a las plazas enarbolando aguacates; denunciaron la existencia de una bodega desde donde operarían perfiles falsos y troles, y nació #LaBodegadePetro como eslogan del ejército de voluntarios que tiene en las redes; martillaron con el castrochavismo y su propuesta pro-soviética, y nuestro candidato fue el único en ser bautizado con un apeletivo cariñoso de amplia difusión: lord Petrosky; los tecnócratas de Lleras diseñaron una fracasada campaña en su contra (plagiando un logo de los activistas de la paz) y el mismo día que la lanzaron fuimos tendencia nacional utilizando su propio mensaje #AbreLosOjos #PetroPresidente. Y la cereza del pastel, días después de que Claudia Gurisatti se burlara de Petro en el debate que ella moderó como directora del Canal RCN y lo atacara luego por generar odio contra el periodismo, Tulia Mercedes Barreto, madre de Claudia, se subió a la tarima con Gustavo para apoyar públicamente la propuesta que “representa la dignidad de la persona humana y el bien común”.
Jorge Eliécer Gaitán fue bautizado como “el caudillo del pueblo”, por más que no toda Colombia fuera gaitanista. Gaitán también entendió que no era un hombre sino un pueblo y repetía en sus discursos que este es superior a sus dirigentes. Gaitán cumplió 70 años de ser asesinado. Y tal vez esa sea otra arista de la respuesta: al pueblo colombiano le toma 70 años reponerse a la muerte y volver a creer y tener esperanza. Imploramos a los señores de la guerra en Colombia que silencien sus armas y los invitamos con amor a darnos una segunda oportunidad sobre la tierra. Disientan, pero no teman, porque Colombia merece entrar en una era de paz.
#SantaMartaHumana |
La Morada, 17 de mayo de 2018
David Alirio Uribe Laverde
Jorge Andrés Forero González
Ivonne González
Hellen Murillo
Daniela Sierra Navarrete
Valentina Montealegre Melo
Maria Angelica Robayo
Diego Balvibo Chavez Chavez
Daniel Albarracin
Carolina Laverde
Angie Lorieth Melo Macias
Claudia Campo
Viviana Lozano Ducuara
Karen Muñoz
Luis Carlos Montenegro
Luz Ángela Gomez Jutínico
Felipe Castiblanco
Ingrid Cárdenas
Inti Natalia Castro Zamora
Sara Jiménez
Erika Pietro
Familia Abya Yala