Frente a los delitos sexuales contra menores: organización y educación comunitaria

Por: Yuri Pittí

Trabajadora Social

 Panamá

“Desmantelan centros de acopio y distribución de pornografía infantil en Panamá”, así reza el titular del diario La Estrella de Panamá, del día 4 de septiembre del 2019. En un operativo internacional llamado “Luz de la Infancia 5”, que incluyó países como Brasil, El Salvador, Paraguay, Chile, Estados Unidos y Ecuador, arrojando un total de 35 detenidos. Solo en Panamá, se identificaron involucrados y se realizaron allanamientos al menos en 13 puntos del país, incluyendo Chiriquí.

La pornografía infantil, es una forma de explotación sexual comercial infantil, “incluye las actividades de producción, distribución, divulgación por cualquier medio, importación, exportación, oferta, venta o posesión de material en el que se utilice a una persona menor de edad o su imagen en actividades sexuales explícitas, reales o simuladas, o la representación de sus partes genitales con fines primordiales sexuales o eróticos” (Reunión de Seguimiento del II Congreso Mundial Contra la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes, 2004).

El mercado de la pornografía infantil, conformado por una extensa red mundial de pedófilos y proxenetas, consumidores y distribuidores, así como el mercado de la droga, se encuentra conformado por personas de distintos estratos sociales y con distintos niveles de ganancia, que no son ajenas a los entornos cotidianos en que todos y todas nos desenvolvemos, y mucho menos a los círculos de poder político y económico de nuestros países. Esto plantea una disyuntiva para las víctimas y los activistas de derechos humanos, estos delitos suelen estar atravesados por poderosos intereses económicos y vinculados a redes delicuenciales organizadas y voraces, de alcances locales y globales.

Frente a esta realidad surgen muchas preguntas. Algunas responden a preocupaciones más personales ¿quiénes son los pedófilos y proxenetas? ¿cómo podría saber si cerca de mi casa o de la escuela de mi hijo se encuentra una persona que ha sido anteriormente castigada por este tipo de delitos? Otras más políticas ¿qué están haciendo las autoridades en materia de prevención? ¿qué mecanismos se están utilizando para educar a la población?

Lamentablemente, cualquier persona puede ser un pedófilo o proxeneta, la mayor parte de los delitos sexuales en contra de menores suelen ser cometidos por personas del entorno cercano al niño o niña: familiares, amigos de la familia, docentes, transportistas.

En el mejor de los casos, la forma más eficaz de prevenir que un niño o niña sea víctima de cualquier delito sexual, es brindarle la información necesaria para que esta o este note a tiempo una conducta incorrecta o fuera de lo normal por parte de su interlocutor, quien quiera que sea. Por ejemplo si la persona intenta desnudar al niño o niña, tocarle bajo su ropa, besarle en la boca o genitales, o grabarle al desnudo o con poca ropa; si la persona se desnudara frente al niño o la niña, si intentara que este le toque o si le mostrara material pornográfico. O si en una conversación a través de las redes sociales, alguien le sugiriera enviarle o publicar fotos al desnudo o con poca ropa, o le enviara material pornográfico; una forma de delito que regularmente sucede con los y las adolescentes.

De cualquier manera, en el año 2015 cuando se propuso en la Asamblea Legislativa de Panamá, un proyecto de ley para establecer la obligatoriedad de la educación sexual integral en el sistema educativo; una turba de personas se opusieron, miembros en su mayoría de las iglesias católicas y evangélicas, bajo el lema “a mis hijos los educo yo”. Lo cierto, es que son las situaciones de pobreza y precaria educación sexual, las que facilitan este tipo de delitos, aumentando la vulnerabilidad de los niños y niñas al dejarles sin herramientas suficientes para detectar a tiempo conductas abusivas, denunciar y evitar así que quien comete el delito sexual aumente lo que suele ser una extensa lista de víctimas.

Desde principios de agosto del 2019, se encuentra en la Asamblea Legislativa de Panamá, el Proyecto de Ley 051, que busca crear el sistema nacional de registro y consulta oficial de agresores sexuales de menores de edad, y que según la propia diputada proponente, se espera que mantenga la información personal de todo aquel nacional o extranjero, mayor de edad, que se encuentre en el territorio nacional, y que haya sido condenado mediante sentencia ejecutoriada, por los delitos Contra la Libertad e Integridad Sexual en perjuicio de Menores de edad. Este tipo de registros, ya aplicados en varios países a nivel mundial, son efectivos si y solo si, van de la mano con restricciones laborales a los condenados, para desarrollar labores que impliquen cualquier contacto con niños o niñas; y además, si van de la mano con programas eficaces de educación sexual integral universal y gratuita, en los centros educativos y comunidades.

No es difícil deducir de las altas cifras de embarazos en adolescentes, infecciones de transmisión sexual, y delitos sexuales en contra de menores, incluso impunidad de abusadores y pedófilos; que nos encontramos frente a una población vulnerable y desprotegida. No surgieron efectos los clamores de profesionales de la salud, educadores, psicólogos, trabajadores sociales…que en distintos momentos exigieron al Estado se aplicaran programas de educación sexual integral en las escuelas y colegios. Cada semana surgen en los medios de comunicación nuevas noticias sobre casos de niñas y niños abusados, incluso contagiados de infecciones de transmisión sexual por parte de sus abusadores; esto sin contar la gran cantidad de casos que no figuran ni en los medios de comunicación, ni en las cifras oficiales, pues nunca fueron denunciados.

Nuestra organización Ni Una Menos Chiriquí, es un movimiento de mujeres aglutinadas en la lucha por los derechos de las mujeres, adolescentes y niñas, en la zona oeste de Panamá. Una región de cultura vinculada a lo agrícola, específicamente a la ganadería, y el cultivo del café, pero también la segunda provincia del país, con mayor cantidad de casos de femicidios y abuso sexual infantil, en proporción a la población. En un esfuerzo por hacer frente al silencio, complicidad  y falta de inmediatez del Estado,  respecto a la creciente cantidad de casos de abuso sexual infantil, hemos estado desarrollando un programa llamado Semilla, que busca sensibilizar y orientar a la comunidad para la prevención de los delitos sexuales contra menores de edad en el Distrito de Boquete.

El programa Semilla, el cual tiene talleres diferenciados para niños y adultos, espera alcanzar unas 900 personas entre el 2019 y el 2020, brindando información certera para la prevención, identificación y denuncia de los casos de abuso sexual en contra de menores de edad, de una manera educativa, abierta, sin tabúes, pero creativa y divertida. Su nombre Semilla, responde al entorno agrícola en el que se desenvuelve, entendiendo las cosmovisiones de este pueblo cuya economía principal depende de la siembra y cosecha del café; el conocimiento y el empoderamiento, como siembra principal, nos convierte a todos y todas las que participamos del programa, en sembradores que llevarán a otros y otras adultas el mensaje de no tolerancia hacia el abuso sexual infantil, y a los niños y niñas víctimas, un mensaje de esperanza, dignidad y solidaridad.

Tiene por desafío principal, la toma de espacios públicos como sitios estratégicos para un mejor alcance. Recientemente, el sábado 24 de agosto, se realizaron los dos primeros talleres (para niños y para adultos), en el Mercado Municipal, Agrícola, Turístico y Artesanal de Boquete, esta vez con el apoyo de Fundación Creando Perlas y Action HUB+ . Y posteriormente una visita a las organizaciones Asociación de Muchachas Guías de Boquete, y otra dirigida a la Fundación Pro Integración, capítulo de Boquete, conformada por persona con discapacidad y sus familiares. Haciendo participe de los talleres, al menos a unas 250 personas, en solamente dos semanas.

La mayor fortaleza del programa, es la generación y cultivación de relaciones con las autoridades locales, líderes comunitarios, docentes y familias; pero sobre todo, es la ruptura del adultocentrismo como eje tradicional de los programas de educación sexual, y el apostar a los niños y niñas, como sujetos de derecho y actores fundamentales en la prevención de este tipo de delitos. Niños y niñas ya no vistos como mero recipientes de la información y sensibilización, sino como los principales sembradores de estos principios, en otros pares de su edad y entorno, y en sus propias familias y comunidades.

Una apuesta elevada, en un país donde todo lo que concierne a sexualidad está vetado, desde el propio gobierno central; un programa de contenido específico pero certero, sin tapujos respecto a los perfiles, formas de captación y de manipulación, de quienes suelen abusar de nuestros niños, niñas y adolescentes. Pero sobre todo, una reivindicación del derecho de todo niño y niña a recibir información que le oriente para prevenir que se convierta en una víctima más; una palmada a los gobiernos, para la comprensión de los delitos que vulneran a los más pequeños, como lo que son, fenómenos complejos que no se resuelven solo con medidas penales, sino con inversión en educación y organización comunitaria

Fuente: Foto de portada Fran Hogan

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