Punitividad y Salud Mental en Venezuela: infancias y adolescentes en conflicto con la Ley.

Por: Virginia Amaro Colmenárez  – Doctoranda en Salud Mental Comunitaria. Universidad Nacional de Lanus. Cofundadora Somos Abya Yala e impulsora del I Encuentro en Sanare Venezuela.

Muchas personas del barrio apuran el paso cuando Samuel se les acerca. Es que tiene fama de mala conducta: siempre lo expulsaban de la escuela por peleón, porque le faltaba el respeto a las autoridades, llegaba tarde o no hacía la tarea. Nunca pisó el liceo: desertó temprano, luego de repetir varios años en primaria. Como no estudiaba, pasaba las tardes deambulando por las calles de  Caricuao, al suroeste de la ciudad, donde vive. Ahora es un adolescente de 17 años, pero aparenta más: tiene cicatrices en la cara, luce demacrado, muy delgado, ojos enrojecidos, mirada siempre como flotando en el vacío. Ahora las quejas que llegan a su casa no vienen de la maestra, sino de los vecinos:Samuel se metió en una casa y robó todo, otra vez. Atracó al panadero, al señor de la bodega, al niñito que jugaba con su bicicleta

¿Cuantos chicos como Samuel podemos ver en Venezuela? ¿Qué pasó para que Samuel pasara de niño rebelde a Adolescente transgresor? ¿Qué será de la vida de Samuel al cumplir los 18 años? ¿Habrá un mensaje oculto en toda esa conducta de riesgo de Samuel?

Estas y otras preguntas mas, pueden venir a la cabeza cada vez que se escuchan historias como estas, algunas alternativas para solucionar siempre irán desde lo punitivo, castigar a Samuel por todas las cosas que hizo, que hace y que seguramente hará, la mayoría de las expresiones son desesperanzadoras y buscan responsables, siempre es necesario culpar a alguien, a su madre, a su padre, a la escuela, al estado, al sistema, al mundo. Sin embargo, quien escucho o escucha a Samuel, y si alguna vez lo hicieron: ¿fue escuchado con atención?, y una pregunta indispensable, ¿Nuestros dispositivos están hechos para realmente escuchar a niños, niñas y adolescentes como Samuel? El presente articulo tendrá como vía central el proceso de escucha activa para niños, niñas y adolescente en situación de riesgo

Para hablar de una real escucha a los niños, niñas y adolescente de hoy, es necesario reconocer e indagar sobre las transformaciones que han surgido en el concepto de infancia, se trata de reconocer el sentido en el cual se fue forjando, para Walter Kohan 2007 existen tres grandes y fundamentales mitos que pertenecen al imaginario social de la sociedad con las cuales se opero sobre los sujetos infantiles (mitos pedagógico, antropológico y filosófico) estos parten para pensar la infancia como la lógica cronológica y evolutiva que marca las etapas de la vida y su secuencia esperable a partir de una supuesta inocencia, fragilidad, docilidad inicial, en el cual el sujeto niño no existe como presente, sino como mera potencia futura (Conde 2013)

El mito pedagógico establece una estrategia educativa para el que llega al mundo, en términos de un adulto que sabe de antemano las respuestas y los dispositivos de enseñanza, discurso educativo que calidad y nombra al niño subjetivándolo y disciplinándolo (Carli, 2012). Este mito refuerza la idea de que los niños, eran pequeños adultos que debían ser disciplinados bajo los mismo parámetros.

El mito antropológico segmenta la vida en sucesivas etapas cronológicas con un sentido ideal según el cual se progresa hacia un mañana mejor, tiempo cultural construido por los adultos que asigna sentidos delimitados según los diferentes periodos del ciclo vital (Urcola, 2010). En este sentido la niñez seria tomada en cuenta como un tiempo evolutivo del que se debía salir pronto, pues las responsabilidades como adultos eran clave para este mito

Y el mito filosófico esta basado en la negatividad y ausencia (infancia como el terreno de la no adultez y, por ende de lo imperfecto, sentido de tradición aristotélico según la cual la comunidad política estaba integrada por ciudadanos plenos, con posibilidades de participación en la vida política, y aquellos que estaban excluidos de ella, entre los que se encontraban los esclavos, las mujeres, los extranjeros y los niños (Vila 2013). Este mito viene reforzando los anteriores, por su carácter filosófico destaca la manera de des-vincular a los niños de la participación activa como ciudadanos, pues dicha etapa no tenia importancia para el sistema político y social que se mantenía.

De esta manera, los mitos contribuyeron a darle una significación en el imaginario social a la infancia en términos de aquellos que no tienen la misma capacidad de un adulto, para pensar, para saber y para vivir. El termino infancia viene del latin infans, que significa “el que no habla”.  Lo que mas allá de darle un explicación lógica al proceso de desarrollo de la infancia, lo hicieron en base a estas subjetividades de los mitos, lo que significaba ver a los niños, niñas y adolescentes como pequeños adultos “sin razón” y por lo tanto sin derecho a ser escuchados.

La niñez como grupo social fue evolucionando y transformándose a lo largo de la historia, desde espacios de la modernidad donde las instituciones de poder estaban enmarcadas dentro del sistema capitalista, por lo tanto respondían a las características de este sistema, cuando se empieza a manejar términos de la nueva modernidad, algunos de estas características empezaron a flexibilizarse y entraron en crisis, dando espacio a la transformación de la niñez.  En este sentido para la nueva modernidad las condiciones de vida en las que se encontraba la niñez fueron el punto de partida para empezar a pensar una nueva infancia alejada de la pobreza y de la explotación del sistema capitalista, para luego pensar las condiciones de derecho, entonces la niñez pasa a ser un asunto de interés social.  “En particular, este movimiento puede ser estudiado a partir del proceso (lento, contradictorio e inconcluso) de sustitución  del denominado “sistema de protección tutelar” por el “sistema de protección integral de derechos” (Conde 2013).

Pensar un sistema de protección integral de derechos en el momentos histórico en el cual se planteo, parecía paradójico puesto que el avance de las políticas neoliberales se encontraba en su mayor auge, sin embargo se trabajaba en espacio de discusión de los derechos del niño. La segunda guerra mundial dejo una fuerte suma de niños victimas, esto llevo entonces a la creación del Fondo de las Naciones Unidad para la Infancia (UNICEF) que para 1953 se le dio estatus de organización internacional permanente enfocando su trabajo en ayuda a niños y jóvenes victimas de la guerra.

Luego de diversos tratados internacionales y declaraciones universales de derechos, finalmente para 1989 se aprobó la Convención Internacional sobre los Derechos del niño, estableciendo un nuevo paradigma en la concepción de los niños no como objetos si no como sujetos de derechos, de igual manera es pieza clave en la regulación de legislaciones para este grupo social. En el caso de Venezuela dio pie a la Ley Orgánica de Protección del  niño,  niña y Adolescente (LOPNA), esta ley viene siendo pionera en el país en cuanto a la garantía de derechos, lo que ha permitido un avance significativo en temas de salud mental, fortaleciendo vínculos entre instituciones, organizando las responsabilidades que se deben adquirir y sobre todo dando una real importancia a la escucha de los niños y niñas, de igual manera regulan todo lo concerniente a niños, niñas y adolescente transgresores de la Ley.

Sin embargo no se puede hablar de niños, niñas y adolescentes transgresores de la ley sin tomar en consideración aspectos desde el punto de vista psicológico y social como lo es la tendencia antisocial, no es secreto que muchas son las teorías en base a los orígenes de esta tendencia que es expresada en conducta, ahora bien, cuando hablamos de la tendencia antisocial, el primer autor que viene a la cabeza no puede ser otro que Winnicott(1945) quien plantea como fundamental la funciona ambiental para el desarrollo psíquico, la necesidad que el niño tenga un ambiente seguro y estable. Asi  mismo consideraba como factor decisivo la falta protectora de este ambiente, en el surgimiento de la tendencia antisocial. Reconoce que existen una clara relación entre la tendencia antisocial individual y la deprivación emocional. A su vez entiende la conducta antisocial como una reacción esperanzadora de una respuesta apropiada.

Para la dar significación a la tendencia antisocial, es vital reconocer el origen de la agresión como pieza fundamental, en este sentido Winnicott plantea que la naturaleza de la agresión no es en si misma negativa, viene desde el origen de la búsqueda del movimiento cuando se es un bebé, sin embargo aun este movimiento no se enfoca en una acción determinada , estos golpes tempranos inducen al bebe a relacionarse con los objetos externos.  Por lo tanto esa conducta, que pronto será agresiva, al principio es un mero impulso que conduce a un movimiento y a  los comienzos de la exploración del mundo exterior . (Winnicott 1964)

Reconocer la agresión como una reacción natural y esperada en los individuos, es importante ya que rompe con los mitos de que solo las personas agresivas son transgresores de la ley, todos y cada uno de nosotros tenemos actitudes que pueden ser catalogadas como agresivas, la clave esta en ver cuando esta conducta produce daños a si mismo u otros. En este sentido Winnicoot plantea que “a veces la agresión se manifiesta de manera palmaria y se agota por sí sola, o bien necesita que alguien la enfrente e impida de algún modo que el individuo agresivo cometa daños”

Para Winnicott entonces,  contar con espacios e incluso con personas que hagan frente a los individuos agresivos es una manera de cortar con el circulo de la agresión, padres que puedan ayudar a canalizar y expresar la agresión en los niños suelen  ser la mejor alternativa para evitar que se generen conductas antisociales y por ende niños, niñas y jóvenes sean encerrados en diversos dispositivos bajo la etiqueta de transgresores de la ley

En Venezuela  existen  de políticas publicas direccionada al mejoramiento y humanización de los dispositivos de encierro para la población infantil y juvenil. Dicho proceso se ha llevado a cabo desde hace unos años por medio de una misión (planes de políticas publicas, creadas por el Presidente Chávez) llamada A Toda Vida Venezuela

Se trata de una política publica integral de estado, que apunta a disminuir las situaciones vinculadas al delito, faltas, accidentes viales, desastres o emergencias, para que toda la población venezolana pueda disfrutar sus derechos en un ámbito pacifico. Orienta su esfuerzo a implementar políticas que fortalezcan ambientes para la convivencia solidaria, la paz y el desarrollo pleno, contrarias a las  políticas de “mano dura” y endurecimiento de las penas que sugieren algunos sectores del país.

Esta misión esta estructurada en ocho vértices: 1 Prevención Integral y Convivencia Solidaria, 2. Fortalecimiento de los órganos de seguridad ciudadana, 3. Transformación del sistema de justicia penal y creación de mecanismos alternativos de resolución de conflictos, 4. Modernización del sistema penitenciario, 5. Sistema Nacional de atención a las victimas, 6. Investigación para la acción aplicada al desarrollo de las políticas publicas de seguridad, 7. Lucha contra en uso indebido y trafico ilícito de drogas, 8. Fortalecimiento de los mecanismos de control sobre el sistema financiero y el no financiero para la prevención de la legitimación de capitales y financiamiento al terrorismo.

Todos estos vértices son la columna vertebral de esta misión, que aun con todas las dificultades que se puedan ir presentando a lo largo de su desarrollo, ha logrado dar respuestas a algunos conflictos. En este sentido en entrevista con el Criminólogo Venezolano Carlos Avendaño, quien asumió durante un tiempo la dirección de un sistema penitenciario juvenil, comenta las situaciones que llevaron a este dispositivo a encontrarse en una situación de amotinamiento… “la infraestructura no estaba adecuada para la reclusión, los adolescentes se mantenían encerrados en las celdas sin ningún tipo de desplazamiento, el único momento del día que se desplazaban era para tomar un baño lo que hacían por grupos con una manguera sólo cuando había agua, hay que señalar que el lugar era muy caluroso y habían días en que no podían bañarse, las necesidades fisiológicas las realizaban en las mismas celdas en bolsas de plástico o cuñetes de pintura vacíos porque no tenían baños, comían y dormían en el piso puesto que tampoco habían colchonetas y el comedor no era utilizado. Esta situación llevó a que los adolescentes tomaran el centro”

Esta descripción de un dispositivo de encierro no es ajena a la realidad en Latinoamérica, la vulneración de los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescente transgresores de la ley parecen no ser tomado en consideración con la misma fuerza con la que se mantienen otras políticas publicas. Ante esta situación de vulneración de derechos, se realizo un intervención en el dispositivo, que sirvieron para dignificar es espacio de estos jóvenes …”se realizaron labores de reparación y mejoras estructurales donde los mismos adolescentes colaboraron, ayudaron a limpiar para eliminar los desechos y los olores verdaderamente indescriptibles así como pintar; en este tiempo asumí la dirección del centro para orientar al personal administrativo, de salud, trabajo social y seguridad; se incluyó mayor personal de “maestros guías” para garantizar el desplazamiento de los adolescentes; en cuanto al régimen interno se estableció una dinámica más flexible en el centro que incluyó actividades deportivas, la utilización del comedor con utensilios para comer (tenedores, platos y vasos) para dignificar las condiciones del encierro, se les organizó las visitas de forma programada durante la semana para que los familiares los visitaran en mejores condiciones (se evitaban colas asignando días de visita durante toda la semana); se agruparon en las celdas con criterios mínimos de convivencia que incluían la edad, creencias religiosas, niveles de agresividad y resguardo de integridad como en el caso de la sexo-diversidad, entre otras acciones.

Es evidente como al tomar acciones que fortalecen la dignificación como personas, los jóvenes transgresores y familiares responden, sintiéndose mas seguros y acompañados, en este sentido vale destacar la acción del equipo de intervención en este dispositivo, pues una vez los jóvenes fueron escuchados y se observaron las condiciones en las cuales se desenvolvían, pudieron atenderse y reorganizarse. Este fue un ejemplo de como se lograron crear espacios alternativos para las situaciones de conflicto,  parte del tercer vertiente de la misión A Toda Vida Venezuela.

Sin embargo, tal como se observo en este ejemplo, no se pueden realizar reformar o transformaciones sin una adecuada escucha a los protagonistas de las acciones, en este caso a la población infantil y juvenil transgresora. Entonces es acá, donde nos encontramos de nuevo a un chico como Samuel, que antes de tocar estos dispositivos de encierro está en la calle, en una comunidad, rodeado de personas que de alguna u otra manera pueden escuchar su llamado de esperanza. Este espacio de la comunidad es vital para el desarrollo del individuo y por ende para su salud mental, es por ello que la nueva perspectiva en esta área toma este espacio como un aliado en la nueva forma de ver la salud mental.

En este sentido en el libro “En busca de la ternura” una recopilación de experiencias de intervención de niños, niñas y adolescentes desde la perspectiva de la salud mental comunitaria, se hace una aseveración importante “Comprender que el acto antisocial es una expresión de esperanza constituye un requisito vital para tratar a los niños con tendencia antisocial manifiesta”  y cuando hablamos de tratar el punto de partida clave es la escucha,  en sus palabras Efron (2015) sostiene que “Escuchar a un niño, niña o adolescente requiere reconocer la peculiaridad de su momento evolutivo. El reconocimiento de esta peculiaridad es tomar en consideración los trabajos que se producen y que el mismo niños va produciendo en su subjetividad”. Es acá cuando tomamos en cuenta la importancia de reconocer el ciclo vital de los niños, y el saber como escuchar a los niños de diferentes edades y manifestaciones, no solo verbales si no también no verbales crear espacios que no solo se traten de las palabras si no del deseo del niño.

Samuel mas allá de ser un “niño problema” es un niño que necesita ser escuchado, el rechazo manifiesto por los miembros de su comunidad son evidencia de como en ocasiones la sociedad aun no esta preparada para reconocer el llamado de un niño con tendencias antisociales, en este aspecto seria fundamental lograr crear espacio que le permitan ser escuchado, no solo como un niño agresivo, si no como un niño que necesita ser realmente escuchado, Efron (2015) plantea que un niño es “un ser integral y escucharlo implica estar atento a todas sus manifestaciones lingüísticas, físicas y emocionales, así como también a su contexto familiar, social y comunitario”

Entonces cuantos niños como Samuel serán encerrados sin la debida escucha, sin que nadie logre ver mas allá de la etiqueta de “agresivos”, “niños malos” de “transgresores”, a cuantos niños mas se le vulneraran sus derechos y su dignidad; es un reto para la Salud Mental Comunitaria crear dispositivos y equipos especializados en la intervención a niños, niñas y adolescentes que permitan verlos como lo que son seres integrales que necesitan ser escuchados.

Bibliografía:

  • Carli, Sandra (2002): Niñez, pedagogía y política. Miño y Dávila. Universidad de 12 Buenos Aires. Introducción.
  • Conde Leandro. (2013). La desinfantilización de la niñez en la segunda modernidad. Buenos Aires: Editorial Teseo. 2015
  • Efrón, Rubén; Cánepa, Sara; Korinfeld, Daniel: ¨Consideraciones acerca de las medidas de abrigo¨ en En busca de la ternura. Protección de derechos de la Niñez en Lanús 2007-2015. Municipio de Lanús. Cooperativa Editorial Azucena, 2015.
  • Kohan. Walter O. Infancia, política y pensamiento. Ensayos de filosofía y educación. Primera Edición. Buenos Aires: Del Estante Editorial. 2007
  • Urcola, Marcos (2010). Hay un niño en la calle. Estrategias de vida y representaciones sociales de la población infantil en situación de calle. Buenos Aires: Editorial Ciccus. 2010
  • Winnicott, Donald. (1990): Deprivación y delincuencia. Paidós. Buenos Aires.
  • Entrevista al Criminólogo: Carlos Avendaño

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