Apantumac..
Como diría uno de mis abuelos, nos agarró con los calzones abajo. Las pestes que han matado a nuestras comunidades indígenas y menguado a la población campesina en general siempre fueron traídas de otros territorios y casi siempre de los dominadores del mundo, en esta ocasión no ha sido la excepción.
Invasión, epidemias y muerte
En los tiempos de la conquista y colonización, los Españoles trajeron la gripe a nuestras sagradas tierras de Abya Yala, matando a millones de abuelas y abuelos nuestras, mas nadie dijo nada.
A mediados del siglo veinte nos pegó el cólera. Sin duda debió ser importado de las metrópolis coloniales y, de nuevo, fuimos los indígenas y campesinos quienes cargamos con la peor parte, medio enterrando a sus muertos en predios que no eran los cementerios oficiales, y todo debido al azote de la pandemia que peor que hoy mataba sin ver de qué clase social fueses.
Hemos resistido
Todo eso pasó y hemos seguido padeciendo los ataques de la tuberculosis, paludismos, dengue, chicungunya, gripe H1N1 y otras que ya hayan sido bacteriales o virales igual han matado a nuestros hermanos y hermanas en toda la región mesoamericana y por qué no decir mundial.
Capitalismo nos condena a la muerte
La enfermedad, llámese coronavirus o COVID-19, no sería tan devastadora si el sistema capitalista con su modelo neoliberal, basado en el abuso de la extracción de nuestros bienes naturales llámense como la sagrada agua, bosques, petróleo, litio, cobre, aluminio, aire y oro ..etc.
COVID-19 como arma del capitalismo
Toda esa fiebre desenfrenada de extraer, producir y consumir nos convierte en frágiles títeres de los efectos negativos de dichos males, pero la crisis que hoy el COVID-19 ha generado, le permite una vez más al sistema capitalista tomar una bocanada de oxígeno para seguir por otro tiempo más destruyendo a la raza humana. Más desvalidos están nuestros pueblos indígena y campesinos, que esta pandemia los encuentra con sus manos vacías por no tener trabajo, tierras para trabajar ni facilidades de crédito por el simple hecho de ser indígenas.
La tierra es una nuestra madre
De una cosa estamos seguros y es que a pesar de la precariedad en que los gobiernos de las pasadas dictaduras, los que introdujeron el modelo neoliberal y la de la falsa izquierda que nos acaban de liberar de su yugo opresor, nosotros los pueblos indígenas organizados en comunidades , asociaciones, cofradías; formas que nos han obligado a retomar para poder subsistir, seguimos en pie de lucha por la vida por la defensa del territorio y de nuestros sabores ancestrales, saberes que nos permiten ser ante el grueso de la población humana con características especiales porque el campo nos da la salud por medio de sus sagrados y sanos alimentos por las medicinas naturales que nos agachamos y tomamos de la gran madre.
Cuzcatan: resistir es vivir
Para nosotros los pueblos indígenas y campesinos específicamente de Cuzcatán, las medidas tomadas por él gobernante nunca serán lo suficiente debido a que a su complicidad con el actual modelo, el cual está contaminado con el virus de la obediencia al imperialismo, que es quien contamina y mata a la madre tierra y junto a ella a sus hijos e hijas, a la naturaleza toda. Aún así, la cigarra sigue cantando como inocente de la desgracia montada a la humanidad.