Por Luis Carlos Montenegro Almeida, integrante de la Colectiva Agraria Abya Yala.
“Es preciso subrayar que, no obstante que estamos frente a un desorden ecológico global, particularmente visible cuando es abordado a partir del agua, sus efectos están lejos de ser distribuidos de manera igualitaria en los diferentes segmentos y clases sociales y en las diferentes regiones y países del mundo, y también están muy desigual- mente distribuidos los medios para lidiar con esta cuestión.” Porto-Gonçalves, 2004.
El problema de los megaproyectos hidroenergéticos
Insistir en la imposición de megaproyectos hidroenergéticos que están anclados en las visiones de desarrollo hegemónicas y extractivistas depredadoras, es el problema central de las políticas que aún predominan en Abya Yala en esta materia. El discurso que predomina globalmente, reproduce algunas afirmaciones que aunque carecen de sustento material y científico, se toman como verdaderas para justificar decisiones macroeconómicas que benefician los intereses de organismos multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo BID o la propia Organización de Naciones Unidas ONU. Entonces, decir que la “producción” de energía hidroeléctrica es sostenible y limpia, es una de las falacias que se pueden debatir a partir de hallazgos que se han identificado en megaproyectos como Hidroituango en Colombia, Belo Monte en Brasil, Baba en Ecuador, Yacyretá en Argentina y Paraguay, Chan-75 en Panamá o La Parota en México.
Frente a la pregunta de ¿por qué no es limpia ni sostenible la energía hidroeléctrica?; encontramos algunas respuestas y elementos que tienen en común en diferentes estudios de caso en Abya Yala y que a la vez son impactos que ocasionan los megaproyectos hidroenergéticos: 1) Desplazamientos forzados masivos por causa del desarrollo; 2) Desarraigo y despojo territorial de comunidades originarias que conviven con ríos vivos; 3) Ruptura del tejido social y comunitario; 4) Destrucción de relaciones sociales y ecológicas de todas las formas de vida del territorio; 5) Destrucción de dinámicas históricas, patrimoniales y culturales del territorio; 6) Imposibilidad de continuar desarrollando los proyectos de vida comunitarios asociados a la libertad de oficio y trabajo de campesinado de río; 7) Secuestro del río que es desviado y capturado en un tramo de su cuerpa; 8) Ruptura de prácticas espirituales de sujetas colectivas como pueblos originarios del Abya Yala; 9) Corrupción en el manejo de fondos públicos; 10) Reproducción de discursos falaces que engañan a la sociedad civil; 11) Alianzas con actores armados paramilitares que persiguen y hostigan a movimientos sociales y ambientales de resistencia a las hidroeléctricas.
No puede ser limpia una energía que se sostiene en los pilares capitalistas de destrucción de las re- laciones sociales y ecológicas interespecies que existen en los territorios y que llevan consolidán- dose a la largo de la historia de las tierras y de las relaciones de los Pueblos Originarios del Abya Yala. No puede ser sostenible una energía que desplaza, despoja y desarraiga comunidades que practican la paz, la tranquilidad y el cooperativismo como formas de subsistencia y existencia en terri- torios codiciados por el extractivismo depredador que no comprendió que los elementos de la natu- raleza son finitos y requieren de otros tratos para que se puedan garantizar para las generaciones futuras.
La construcción de políticas públicas comunitarias hidroenergéticas
Desde la pedagogía emancipadora y crítica se pueden construir políticas públicas con un enfoque comunitario que nos permitan presentar alternativas viables a los megaproyectos hidroenergéticos. Así pues, desde la tesis “Análisis de políticas públicas hidroenergéticas de Colombia. Estudio de caso del conflicto socio-ecológico en el Cañón del río Cauca en Antioquia, provocado por el Megaproyecto Energético Hidroituango”; podemos plantear algunas pautas y posibilidades que se han ido descubriendo al fragor de la lucha que libra el Movimiento Ríos Vivos en Colombia.
Esta construcción de políticas comunitarias, que se fundamenta en ir abriendo brechas que los movi- mientos sociales y ambientales del Abya Yala vienen descubriendo y visualizando; encuentra como pi- lares: el diálogo e intercambio de saberes; el fortalecimiento de las identidades, prácticas y costumbres propias; las circulas de la palabra y el pensamiento originario; el tejido espiritual y sanación colectiva basada en el uso de plantas tradicionales; el reconocimiento y reencuentro con los pensamientos de pueblos del Abya Yala; el diagnóstico de las matrices energéticas de los Estados y territorios; las asam- bleas comunitarias como espacios de construcción de consensos y pliegos de exigencias y propuestas de modelos de soberanía energética alternativos.
Así pues, encontramos el caso del Movimiento Ríos Vivos, quienes en Colombia vienen promoviendo escenarios de intercambio de saberes con diferentes pensadoras del Abya Yala como Arturo Escobar, Isabel Cristina Zuleta López, Boaventura de Sousa, Dora Lucy Arias, Milena Flórez, entre otras activistas y lideresas sociales y ambientales. Resultado de estos ejercicios, contamos con unos abonos orgánicos que desde la ecología política de la diferencia, proponen recordar que las voces que debemos escuchar, son las de las comunidades y personas directamente afectadas; y así, su pensamiento, concepciones, propuestas de planes de vida ecofeministas y comunitarios. (Montenegro, p. 129)
Consignas como: “Aguas para la vida, no para la muerte”; “Mujer, agua y energía no son mercancías” y; “Ríos vivos, pueblos libres”; logran sintetizar lo que podríamos llamar el marco referencial de políticas públicas comunitarias, que pueden servirnos como semillas de discusiones que necesitamos posicionar en los ejercicios políticos de las dinámicas de los Estados y también de todos los escenarios de disputa de poder político que debe volver a los Pueblos Originarios del Abya Yala. (Montenegro, p. 131)
Caminar hacia un modelo de soberanía energética en el Abya Yala basado en el buen vivir de sus Pueblos Originarios
En el ejercicio del derecho a la protesta social, se han allanado caminos creativos que nos permiten ha- blar de las raíces de un modelo de soberanía energética en el Abya Yala; el cual está fundamentado en el trabajo político-organizativo de las diferentes expresiones ambientales, ecológicas populares, ecofe- ministas y animalistas que se vienen gestando en las luchas contra los megaproyectos hidroenergéticos. Este modelo puede plantear que el problema de las hidroeléctricas es su concepción mercantilista, de escala, de negocio y de desconocimiento consciente de impactos a la naturaleza y territorios irrever- sibles que no podemos permitirnos en medio de la plena crisis climática que estamos viviendo a nivel mundial.
Entonces parte de estas raíces las encontramos en los repertorios de movilización social recientes que se han vivido en Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina o México, dentro de los cuales se evidencia el posicionamiento de las necesidades de generar encuentros plurinacionales, intercontinentales, pluri- diversos y pluriculturales que nos permitan darle rienda suelta a esta discusión. Podríamos sugerir que la matriz de recuperación del pensamiento originario de los Pueblos Andinos, nos da pistas sobre las maneras de buscar en nuestra identidad, respuestas a los problemas del capitalismo y neoliberalismo violentador. Retomar y fortalecer prácticas ancestrales andinas con tecnologías occidentales de hoy, po- drían permitirnos potencias relaciones solidarias, cooperativas, constructoras de paz, antipatriarcales y empáticas que nos permitan por una parte: hacer un uso ético de la energía que necesitamos y por otra: buscar fuentes energéticas sustentables que no afecten negativamente los territorios y las relaciones ecológicas de todos los seres vivos que conviven en ellos. Nos invit a promover escenarios de discusión que nos permitan nutrir los fundamentos filosóficos de esta búsqueda urgente de nuestras formas de vida cotidianas. En el caso de Colombia es pertinente fortalecer las dinámicas del Movimiento Nacional Ambiental, de la Alianza Colombia Libre de Fracking, de los Comités Ambientales, procesos organizati- vos ecologistas huerteros, paqueros y animalistas para ese fin.
Fuente: Movimiento Ríos Vivos Colombia, 2018.