El fútbol siempre ha servido como herramienta disuasiva para esconder sucesos trascendentales en diversos contextos, la pasión que nos lleva a desconocer nuestras realidades
En estos momentos en Colombia se están viviendo momentos críticos, como es costumbre en este variopinto país. El gobierno Duque va dejando una diversidad de crisis en los contextos sociales, políticos, institucionales, de seguridad y sobre todo económicos. Los medios de comunicación centran su atención en temas que por décadas nos han hundido en un mar de desinformación y sofismas culturales. Para esta ocasión haremos profundidad en uno; este convoca, provoca y desborda a la población colombiana: el fútbol. Este usa la sentimentalidad mediática que caracteriza a la población colombiana, llevándola a excluir lo que realmente tiene importancia. El fútbol es el único deporte que duplica el presupuesto de Departamentos como la Guajira, es el único espectáculo que nos desborda canales de televisión, diales de radio, artículos en prensa y secuencialmente nos ensombrece las tendencias en redes sociales.
Hace un par de semanas la selección Colombia masculina de mayores ha dejado casi nulas las opciones de clasificar al mundial de Catar faltando aun dos juegos. ¿Pero, es tan importante que el espectáculo del balompié continúe? Pues todo parece indicar que sí. La gente muere por gritar un gol de su equipo de preferencia, abrazarse en fogosidad al escuchar un silbato que pregona la finalización de 90 minutos y algo más de una ardua lucha por el dominio de un balón. Este mismo que nos ha llevado a patear y desconocer sucesos trascendentales de la historia de nuestro país.
Sin duda alguna uno de los momentos que partió en dos la política colombiana ocurrió el 9 de abril de 1948 cuando en la carrera séptima con calle 13 en Bogotá, el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán caía moribundo al recibir dos disparos propinados por Juan Roa Sierra según la fiscalía General de la Nación. La muerte del líder liberal y candidato a la presidencia encendió en llamas a Bogotá, detonando una ola de protestas y disturbios a lo largo y ancho del territorio nacional, lo que inició lo que se denominó “la era de la violencia”. En este momento histórico el país se encontraba inmerso en la polarización de quienes apoyaban al partido conservador y quienes apoyaban al partido liberal, dejando como consecuencia muerte y desplazamiento de cientos de personas en el país. Bajo ese contexto una de las mejores estrategias del entonces presidente conservador Mariano Ospina para disuadir lo que sucedía fue consentir y promover los partidos de fútbol que hasta ese momento se realizaban de manera remota con pequeños puñados de aficionados.
Millonarios y Santa Fe jugaron un partido en honor a las fuerzas militares, ganando los azules seis por cero. Además, en cabeza del señor Alfonso Señior y más dirigentes, equipos como América, Deportivo Cali, Atlético Municipal de Medellín hoy (Atlético Nacional), Independiente Medellín, Junior de Barranquilla, Deportes Caldas y Once (Estos dos fusionados convirtiéndose en Once Caldas). Consensuaron y formalizaron el primer campeonato oficial de fútbol colombiano en 1948.
Tenemos que resaltar que esta dinámica de ocultamiento no solo se ha realizado en Colombia. En el año 1978 en el sur del continente americano más específicamente en Argentina, se celebraba en medio de los horrores de la dictadura de Rafael Videla el Mundial de fútbol. “Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina”, dijo el presidente de la FIFA de ese momento João Havelange cuando se inició la Copa del Mundo. Dirigiendo toda la atención del mundo hacia el torneo de fútbol, tendiendo un grueso telón que ocultaba las atrocidades que hacían las tropas de Videla hacia el pueblo civil argentino. Se decía en los medios comunitarios locales “Mientras Passarela levanta la copa a nosotros nos matan” archivo Radionet Buenos Aires.
Volviendo a Colombia, el 6 de noviembre de 1985 fue otro momento convulso, cuando el grupo guerrillero urbano el M-19, y la fuerza pública se enfrentaban en el Palacio de Justicia, en lo hechos conocidos como toma y retoma, donde por lo menos 98 personas murieron y varias fueron expuestas como desaparecidas. El Palacio en llamas está en la memoria de muchos, pero también la decisión de la ministra de comunicaciones del momento la señora Noemi Sanín, quien dio la orden de transmitir el partido entre Millonarios y Unión Magdalena, mostrándose por señal abierta, cuyo resultado dio como ganador ha Millonarios 2-0. Aunque el país vivía uno de los peores momentos de su historia, la pelota seguía rodando. El partido comenzó a la 8:30 pm, como se había programado; no obstante, a tan solo 30 cuadras del estadio el Campín retumbaban las bombas y los fusiles detonando disparos de izquierda a derecha y viceversa.
La pasión del fútbol ha servido como herramienta disuasiva para ocultar lo que en muchos contextos sucede. Otro ejemplo más es la noche de 17 de diciembre de 1986 cuando se jugaba la final del Fútbol profesional en Colombia entre el América y el Deportivo Cali. Los americanos celebraban su triunfo en el estadio Pascual Guerrero en Cali, mientras en Bogotá sicarios acababan con la vida del periodista Guillermo Cano, director del periódico del Espectador y gran crítico del cartel de Medellín. Es más, él apostó por un resultado 3-1 a favor del Deportivo Cali.
Por otro lado, a mediados de junio del 2006 el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, decía a la opinión pública que Colombia aspiraría a ser sede de la copa del mundo 2014, a pesar de que ya estaba pactada para que la realizase Brasil. A pesar de lo dicho por Uribe en ese momento fue hasta el 2007 que se claudicó, coincidencialmente por completo la candidatura. En ese mismo año se comienzan a destapar los nexos de políticos con paramilitares y las irregularidades en la reforma constitucional que permitió a Uribe ser nuevamente elegido, la muy conocida Yidis Política cuyo protagonismo fue desviado por la ensoñación del mundial.
Para finalizar, en mayo del año inmediatamente anterior se disputaba la copa Libertadores en Barranquilla, cuando el local Junior enfrentaba al fuerte River de Gallardo. Al tiempo, mientras se jugaba el encuentro decenas de jóvenes mostraban su inconformidad por la Reforma Tributaria y demás desastres del gobierno Duque, siendo reprimidos por el Escuadrón Móvil Antidisturbios. Era impactante lo que decía el periodista y analista Diego la Torre en medio de la transmisión: “Habría que preguntarse por qué el fútbol no tiene la sensibilidad de identificarse con lo que pasa fuera del estadio, con lo que vive el pueblo colombiano”.
Y sí, la pasión nos hace desconocer lo que realmente tiene importancia.