Si bien las luchas de Palestina y Puerto Rico tienen diferencias, también las une el mismo objetivo: la liberación de un pueblo oprimido del colonialismo y racismo.Cruz Bonlarron Martínez
En mayo de este año, el rapero puertorriqueño René Pérez, mejor conocido como Residente, incendió las redes sociales con su emotiva canción “Bajo los escombros”. En el video, Pérez tiene una kufiya puesta mientras aparece al lado de la cantante palestina Amal Murkus, y de una orquesta con artistas tocando el laúd y el qanun, instrumentos tradicionales de Oriente Medio.
“Sobrevivimo’ con lo que queda en el diente, las heridas son los nuevos tatuaje’. Aguantamo’ pa’ que llegue el mensaje, hijos del coraje”, canta Pérez.
La letra de la canción habla de la destrucción que ha dejado el ejército israelí en Gaza, así como de la humanidad del pueblo palestino, víctima del genocidio en el que más de 39.000 personas han muerto en el enclave –la mayoría de ellos mujeres y niños– y más de 90.000 han resultado heridos.
Además, la colaboración puertorriqueña-palestina envía un mensaje contundente a los artistas de la música latina que se quedaron en silencio frente al genocidio, destacando que es el momento oportuno para levantar la voz y mostrar una solidaridad con Palestina.
Colombia, Palestina y la vieja solidaridad
No es una casualidad que entre todos los artistas de música latina haya sido Pérez, un simpatizante de la independencia de Puerto Rico, el más vocal a favor de la causa palestina.
Durante años, la independencia de Puerto Rico y la liberación de Palestina han estado unidas en la lucha contra el colonialismo, a pesar de tener contextos bastante diferentes.
Colonización y el movimiento nacionalista
Si bien las historias detrás de la colonización de Puerto Rico y la de Palestina son muy distintas, ambos pueblos han sido víctimas del colonialismo de las grandes potencias occidentales; en Palestina, el Reino Unido y los Estados Unidos, y en Puerto Rico, España y EE.UU.
En el caso de Palestina, durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña respaldó la colonización sionista de la región a través de la declaración Balfour. Esta declaración prometió que ese país apoyaría la fundación de un estado sionista en el mandato de Palestina, un territorio habitado por palestinos de diferentes religiones. Esencialmente apoyando a la colonización europea de Palestina y el desplazamiento del pueblo de sus tierras.
De manera similar, la soberanía de Puerto Rico pasó de España a Estados Unidos en 1898 después de la guerra hispano-estadounidense. El gobierno de EE.UU. no dio oportunidad de autodeterminación a los puertorriqueños como sí hicieron con los cubanos después de la guerra. En vez de ser un país independiente, Puerto Rico se convirtió en un territorio no incorporado de Estados Unidos. Con el transcurso de los años, esto implicó la pérdida de la representación y la autonomía que la isla tenía bajo la administración española.
Justo después de la guerra hispano-estadounidense, Puerto Rico sería dirigido por una administración militar, que eventualmente pasaría a un gobierno civil encabezado por un gobernador estadounidense no electo. No tan diferente a la colonización británica del mandato de Palestina, donde un alto comisonado británico no electo gobernaba al pueblo palestino.
Las limitaciones del poder político local, así como la imposición de una cultura extranjera y las dificultades económicas dieron lugar en la década de 1920 a un movimiento nacionalista que se opuso al colonialismo estadounidense y estuvo a favor de la independencia de Puerto Rico.
El Partido Nacionalista llegó a su auge en las décadas de 1930, 1940, y 1950, mientras también sufría una represión muy dura por parte de las autoridades coloniales, que incluyó masacres de civiles y el bombardeo del pueblo de Jayuya en 1950, que lo destruyó y dejó varios muertos. El bombardeo de Jayuya fue una de las dos veces en la historia que aviones de combate de EE.UU. atacaron suelo estadounidense.
Durante el auge del movimiento nacionalista, de manera muy parecida a Palestina, era ilegal mostrar la bandera puertorriqueña. Lo que justamente ha hecho que puertorriqueños y palestinos estén tan orgullosos de sus banderas que hoy simboliza su riqueza cultural e identidad nacional.
El Partido Nacionalista realizó acciones armadas públicas contra símbolos del colonialismo estadounidense, con incidentes destacados contra el presidente y el congreso en los 50s. Como consecuencia, este movimiento enfrentó represión y el encarcelamiento de su líder, Pedro Albizu Campos, junto con una reforma autonomista en la administración política llevó a la desaparición del movimiento al final de la década de 1950.
El colonialismo disfrazado
Después del establecimiento del Estado Libre Asociado en 1952, Puerto Rico recibió más autonomía y el independentismo pasó a ser una ideología minoritaria, aunque muchos artistas y académicos lo siguieron apoyando. Sin embargo, la autonomía no implicó que el colonialismo en sí hubiera acabado.
A pesar de la autonomía, según informes internacionales, algunas puertorriqueñas “fueron usadas como “conejillos de indias” por EE.UU. para probar la píldora anticonceptiva”. El proceso fue justificado con argumentos racistas y colonialistas sobre la reproducción de la población puertorriqueña suponiendo que el país estaba en riesgo de sobrepoblación y que los pobres no deberían tener más hijos.
Justamente, esta es la misma lógica colonialista y racista que define cómo Israel ve la reproducción de la población palestina. El genocidio en Gaza ha afectado el crecimiento poblacional de los palestinos a través de la deprevación de servicios de salud y agua potable además de las tasas desporcionadas de mujeres y niños asesinados o lesinoados en ataques israelís.
Otra similitud entre Puerto Rico y Palestina es la ocupación militar.
Aunque Puerto Rico nunca estuvo sujeto a una ocupación tan directa como la de Palestina, sí ha vivido una fuerte presencia estadounidense, especialmente en la isla de Vieques.
Tal como la limpieza étnica en Palestina de finales de los años de 1940, cuando cerca de 750.000 personas fueron desplazadas de sus tierras y 15.000 asesinados, apenas unos años antes las autoridades estadounidenses desplazaron por la fuerza a alrededor de 10.000 puertorriqueños al centro de Vieques, una pequeña isla vecina, para establecer una huella militar fuerte que ocupó alrededor del 75% de la isla.
Después, Vieques fue víctima de bombardeos por parte de la armada estadounidense como parte de sus simulacros militares. Por esta razón algunos puertorriqueños, en protestas a favor de Palestina, han usado la consigna: “Bombas estadounidenses: ensayadas en Vieques, utilizadas en Palestina”.
Tras actos de desobediencia civil de parte de grupos de resistencia boricuas, el entonces presidente de EE.UU., George W Bush, admitió que el pueblo de Puerto Rico no quería que estuviera más la base militar y se cerró para siempre en mayo de 2003.
Sin embargo, hoy en día una gran parte de la isla queda preocupada por el riesgo que plantean las municiones sin explotar, dejadas por el ejército estadounidense después de los simulacros militares, mientras que los habitantes de la isla sufren muy altos índices de cáncer, a raíz de los supuestos restos de uranio, plomo y de napalm.
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Ahora bien, a nivel político hay similitudes entre ambos pueblos también. Tanto los puertorriqueños como los palestinos han sido sujetos a represión política a grados diferentes con el paso de los años.
Entre los años de 1940 hasta los de 1980 la Oficina Federal de Investigación (FBI) de los Estados Unidos y la policía de Puerto Rico recolectaron información en carpetas sobre activistas pro-independentistas y personas relacionadas con ellos, en muchos casos si una persona tenía una carpeta lo hacía difícil conseguir un trabajo.
El objetivo de ese programa era reforzar la hegemonía estadounidense sobre Puerto Rico y castigar a los que se oponían a ella. Hoy en día, muchos activistas pro-palestinos encuentran dificultades parecidas si sus nombres están en listas negras publicadas por organizaciones pro-israelíes como Canary Mission, un sitio de web macartista que acosa activistas y sus empleadores en los Estados Unidos.
Pero la represión contra el movimiento independentista en Puerto Rico no se limitaba a las carpetas, también incluía encarcelamiento y hasta asesinatos. Un caso emblemático de esa represión es el de Oscar López Rivera, un activista puertorriqueño de Chicago, a quien el gobierno estadounidense encarceló por 35 años.
A López Rivera lo acusaron del delito de conspiración sediciosa por su apoyo a la independencia de Puerto Rico y su presunta membresía en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, sin evidencia alguna de haber participado en un acto armado.
Otro caso muy importante que destaca la represión contra el movimiento independentista es el asesinato del líder Filberto Ojeda Ríos. El 23 de septiembre de 2005, en un allanamiento a la casa de Ojeda Ríos por parte de la FBI, los agentes abrieron fuego en contra de él y lo dejaron morir desangrado.
Aunque la represión del movimiento independentista no iguala la represión que enfrenta la resistencia palestina, desde octubre más de 39.000 personas en Gaza han sido asesinadas en ataques israelíes, muestra que el gobierno de los Estados Unidos tiene temor de un Puerto Rico libre tanto como tiene temor de una Palestina libre.
PROMESA y el callejón sin salida
En 2016, la ilusión que muchos tenían sobre la autonomía de Puerto Rico se disolvió con la firma de la ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico por el entonces presidente estadounidense Barack Obama.
La ley, llamada PROMESA por sus siglas en inglés, aplicó unas medidas neoliberales y autoritarias para forzar al gobierno de Puerto Rico a pagar su deuda a bonistas estadounidenses.
Una de las medidas más importantes fue la imposición de una junta de control fiscal no elegida que puede anular cualquier decisión económica del gobierno puertorriqueño y vender los bienes públicos del país, esencialmente robando el derecho del pueblo puertorriqueño para decidir sobre su futuro.
Por esta razón, muchos puertorriqueños están empezando a cuestionar profundamente su relación con los Estados Unidos y la naturaleza colonial de ese vínculo.
Esto se ha traducido electoralmente en el auge del Partido Independentista Puertorriqueño en las encuestas, logrando el segundo lugar con 25,6% de la intención del voto y con la posibilidad de ganar la gobernación por primera vez en la historia.
Pero fuera de lo electoral, la vista crítica del colonialismo ha llevado a muchos puertorriqueños a demostrar su solidaridad con la lucha palestina últimamente, a través de protestas, saliendo a las calles de la capital San Juan mientras en algunos manifestantes reemplazaron la bandera estadounidense por la de Palestina en la Universidad de Puerto Rico.
De todas formas, aunque las luchas de Palestina y Puerto Rico tengan diferencias persiguen el mismo objetivo: la liberación de un pueblo oprimido de siglos de colonialismo y racismo.