Por: Carlos Ernesto Cano. Festivales Solidarios y Somos Abya Yala.
Un poco de historia
Durante los últimos 70 años la fase ulterior del capitalismo, esa a la cual los teóricos económicos le han nombrado neoliberalismo, ha golpeado a Guatemala de una manera particularmente violenta y especialmente ha lastimado a las comunidades indígenas Q´eqchi ´que han coexistido milenariamente a las orillas del lago de Izabal, el manto de agua dulce más grande del país centroamericano.
Y es precisamente en esa área de Guatemala, que se encuentra ubicado el municipio de El Estor, más adelante explicaremos el porqué del nombre de dicho territorio y es en donde han confluido todas las posibles e imaginables agresiones extractivistas, léase monocultivo de banano, palma de aceite, caña de azúcar, mega minería, narco ganadeo, crimen organizado local y transnacional, hidroeléctricas, trata de personas y extracción de petróleo que han sido la norma durante los últimos 100 años en el municipio caribeño.
Hace más de 100 años la United Fruit Company conocida en la región como UFCO, se instaló en Guatemala y en otros países de la región centroamericana incluso llegando hasta Colombia, específicamente fue en el año de 1904 que ingresó la UFCO a Guatemala, por medio de la compra de 35 caballerías en la selva de Izabal, cerca del sitio arqueológico maya de Quiriguá; esta fue la génesis para que posteriormente más corporaciones internacionales se instalarán en la región de El Estor y el lago de Izabal y hasta la fecha, sigan explotando los llamados recursos naturales.
Fue tanto la influencia de la UFCO en el país, que se le conocía coloquialmente como “El Pulpo”, porque la empresa estadounidense era dueña del ferrocarril, de las carreteras, bancos, de la empresa eléctrica, barcos, en fin, tenía una infinidad de tentáculos que saqueaban al pueblo guatemalteco, claro está, bajo la permisividad de los dictadores de turno.
Pero dicho entreguismo, cambió rotundamente cuando la llamada Revolución de Octubre de 1944 acabó con la tiranía de Jorge Ubico, quien había gobernado con mano dura desde 1931. La gente se hartó de la autocracia y través de una revolución dirigida por maestros y sindicatos de las ciudades guatemaltecas, depusieron al gobierno autoritario y se instaló por primera vez en la historia del país, un proceso democrático que duraría 10 años.
Una década marcada por cambios estructurales para ingresar a la modernidad, cambios como la creación del seguro social guatemalteco, la autonomía de la universidad nacional, el derecho al voto de la mujeres y especialmente la llamada Reforma Agraria y el decreto 900, ley parlamentaria que expropiaba la tierra ociosa de grandes terratenientes locales así como de terratenientes extranjeros, incluida la UFCO, dicho decreto recuperó miles de hectáreas de tierra, principalmente en el municipio de El Estor.
Origen del nombre El Estor, un despojo epistémico
A finales del siglo XIX, personas estadounidenses e ingleses se asientan en la región, específicamente en la playa de la bahía de Se´ke´nel un almacén de mercancías conocido como “The Store” (tienda o almacén en español). La gente empezó a castellanizar la palabra como El Estor, nombre con que se referían a todo el municipio.
El nombre con el que los originarios denominaban este lugar era el de Bahía de Se´ke´nel, que significa en el Idioma Q´eqchi´, ¨La Molendera¨ porque en la bahía vivía un grupo de indígenas procedentes de Alta Verapaz, cuyas mujeres surtían de tortillas de maíz y víveres a los trabajadores madereros de El Chapín y los Benques cercanos. Los que después, proveerían de maderas a las familias oligárquicas, como la familia Skinner-Lee.
El Estor, pasó a ser aldea de Izabal por acuerdo del 31 de mayo de 1,890, cinco meses después se constituyó en municipio el 5 de noviembre de 1,890. Desde que se iniciaron las exploraciones de la Compañía Hanna MiningCo, El Estor empezó a vislumbrar un futuro mejor, un futuro con tintes extractivistas y monopólicos.
Es así como el territorio Q´eqchi´ nombrado originalmente como Se´ke´nel, ha sido despojado de múltiples formas, desde las territoriales hasta el robo simbólico de su nombre, impuesto por empresarios estadounidenses y que sin reparo han propiciado y fomentado de forma sistemática el despojo a lo largo de los años y de tal cuenta es que las comunidades Q´eqchi´ al denominarse Aj´ Ral Choch (hijas e hijos de la tierra) se reivindican a sí mismos, pero sobre todo, se hacen justicia de los múltiples expolios.