“Repensando la Estrategia de EE.UU. para Centroamérica: De la Represión Extractiva a la Autodeterminación de los Pueblos”

Por: Lulu Matute, Observatorio de la Escuela de las Américas. Tucson, Arizona. Septiembre 2024. 

Introducción

La “Estrategia de Causas Raíces”, en seguimiento a la Orden Ejecutiva 14010 del 2021 por Presidente Biden, busca abordar los problemas fundamentales en Centroamérica que supuestamente producen la migración irregular hacia los Estados Unidos. La Estrategia identifica la pobreza, la desigualdad económica, el crimen, la corrupción y la deriva autoritaria como las principales causas de la emigración masiva desde la región. Sin embargo, este análisis omite el papel histórico y continuo de la política exterior estadounidense, las intervenciones políticas y militares y la promoción de economías extractivas que han contribuido significativamente a las condiciones que obligan a los centroamericanos a huir de sus hogares. La Estrategia Biden-Harris sigue ignorando estos problemas sistémicos, posicionando los intereses corporativos y geopolíticos de EE.UU. como la fuerza principal en la implementación de este plan.

Un Enfoque Defectuoso: Reciclando Modelos Económicos Fracasados

La Estrategia de la Casa Blanca promueve un modelo económico neoliberal que busca atraer inversión extranjera para estimular el crecimiento económico en Centroamérica. Sin embargo, este enfoque dista mucho de ser novedoso. A lo largo de la historia, modelos económicos similares se han impuesto en la región, resultando en la concentración de riqueza entre las élites locales y la extracción de recursos para beneficiar a las corporaciones estadounidenses, mientras las comunidades locales permanecen en la pobreza. Esta estrategia corre el riesgo de perpetuar las mismas dinámicas que históricamente han llevado al empobrecimiento, el desplazamiento forzado y la migración desde la región.

Así como la United Fruit Company dominó Centroamérica a principios del siglo XX, las corporaciones multinacionales de hoy, respaldadas por iniciativas del gobierno estadounidense, están listas para explotar los recursos de la región bajo la fachada del desarrollo económico. Las inversiones aseguradas por la Vicepresidenta Harris, junto con los llamados a actualizar el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR), indican la continuación de un modelo de desarrollo que prioriza los intereses corporativos sobre el bienestar de las comunidades centroamericanas. Este modelo no aborda las verdaderas causas de la migración, como la desigualdad sistémica, la degradación ambiental y el desplazamiento de comunidades indígenas y campesinas.

El Legado Extractivo: Ecos del Colonialismo

Esta estrategia económica refleja la historia de explotación en Abya Yala, el nombre indígena para las Américas, donde la tierra, el agua y la mano de obra de las comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas han sido sistemáticamente extraídas y mercantilizadas durante más de 500 años. Como lo articula el movimiento Somos Abya Yala, estas comunidades han resistido durante mucho tiempo la imposición de modelos económicos extranjeros que buscan transformar sus territorios en reservorios de recursos para el mercado global.

El documental Ríos Libres para la Vida ilustra cómo, en lugares como Panamá, las comunidades han luchado contra la imposición de represas hidroeléctricas que amenazan sus recursos hídricos. Esta lucha refleja una resistencia más amplia en toda Centroamérica, donde las comunidades defienden sus territorios contra megaproyectos que comprometen su autonomía y forma de vida. El enfoque de la Estrategia Causas Raíces en atraer inversión extranjera sin abordar estas dinámicas extractivas amenaza con profundizar el ciclo de despojo y migración forzada.

Violencia Estatal y Complicidad de EE.UU.

La estrategia también busca “profesionalizar” las fuerzas de seguridad en la región, un eufemismo para continuar con el apoyo estadounidense a los aparatos de seguridad represivos que históricamente se han utilizado para proteger intereses corporativos y suprimir la resistencia popular. El apoyo continuo del Pentágono, que proporciona ayuda militar y entrenamiento a las fuerzas de seguridad centroamericanas, conocidas por sus abusos contra los derechos humanos, sólo refuerza un sistema de violencia estatal que ha sido instrumental en despejar tierras para proyectos extractivos y acallar la disidencia.

La participación de fuerzas de seguridad y agencias estadounidenses en los esfuerzos anticorrupción, aunque aparentemente benigna, crea una plataforma para la injerencia estadounidense en la política interna de los países centroamericanos. Esto permite a EE.UU. influir en la persecución de líderes políticos, potencialmente dirigiéndose a aquellos que se oponen a los intereses estadounidenses, mientras se apoya a quienes se alinean con ellos. Esta dinámica, bajo la apariencia de combatir la corrupción, podría socavar la soberanía y la autodeterminación de los pueblos centroamericanos, haciendo que la región sea más susceptible al control y la manipulación externa.

Un Llamado a una Nueva Dirección

El movimiento Somos Abya Yala pide el fin del capitalismo y la explotación colonial, abogando en su lugar por modelos de desarrollo que estén arraigados en el bienestar de las personas y el medio ambiente. Esta visión, que incluye conceptos como Buen Vivir y Suma Kawsay, enfatiza una relación armoniosa con la naturaleza y la autodeterminación de las comunidades indígenas y campesinas. La Estrategia Biden-Harris, con su enfoque en la inversión extranjera y la seguridad, representa una continuación de las mismas políticas que han devastado la región durante siglos.

Estados Unidos tiene la oportunidad de replantear su enfoque hacia Centroamérica, alejándose de un modelo que prioriza las ganancias corporativas y la represión estatal. Debe reconocer y asumir su responsabilidad en la creación de las condiciones que impulsan la migración y apoyar los movimientos de base que buscan construir comunidades justas, sostenibles y autodeterminadas en la región. Esto requiere escuchar las voces de aquellos que han sido más afectados por las políticas estadounidenses y trabajar en solidaridad con sus luchas por un futuro mejor.

Como declara el manifiesto de Somos Abya Yala, es hora de poner fin a la violencia sistémica del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Es hora de construir un futuro basado en el respeto por la vida, el medio ambiente y el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación. Estados Unidos debe dejar de imponer su voluntad en Centroamérica y, en su lugar, apoyar los esfuerzos de su gente por vivir con dignidad, autonomía y paz. Sólo entonces podremos abordar las verdaderas causas de la migración y construir un futuro justo y sostenible para todos.

 

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