MUJERES INDÍGENAS TEJEDORAS DE LA RED DE LA VIDA EN EL ABYA YALA DESDE HACE MÁS DE 500 AÑOS.

Quiero empezar esta reflexión, nombrando que la hago para hacernos justicia a todas las mujeres indígenas en el mundo y especialmente del lado del mundo donde me tocó nacer, escribo este texto desde el exilio por defender mi tierra hace 4 años.

En medio de la difamación, la violencia y todo el odio, renacemos, pues servimos a la vida, narrando nos hacemos justicia y contando nuestra propia historia. Por todas las mujeres que, desde lo más pequeño e invisible, desde sus cocinas alimentan las resistencias, es tras la vida que vamos. En medio de tanta violencia y despojo poder tocar con ternura y conectarnos con nuestra madre es el ejercicio más liberador y emancipador que hay. Es por todas esas mujeres que no pueden hablar el idioma impuesto, es por todas las que, en medio del empobrecimiento, cocinan comidas y siembra el alimento que nutre el mundo. Por todas esas mujeres que no recibirán premios ni reconocimiento y tampoco les interesa pues es más grande que nosotras. Este texto es para ustedes.

Hace menos de una semana, un organismo internacional de derechos humanos que hace monitoreo y sistematización de casos sobre defensores ambientales hace público que este año se han asesinado a 196 defensores del territorio en todo el mundo, 20 de estas son mujeres y la mayoría de estas personas son asesinadas en este lado del mundo que renombramos el Abya Yala. Esta información evidencia la necesidad urgente de tomar medidas reales respecto a la entrada de proyectos extractivos que no sólo destruyen los territorios, dividen y desdibujan las dinámicas comunitarias, sino que también despojan la vida de las personas. No es en el marco de ninguna cumbre de biodiversidad o de cambio climático que las mujeres indígenas han asumido la labor de cuidados desde las cosmogonías, es parte de nuestras formas de ver el mundo y dentro de nuestras epistemologías. En todos los territorios donde habemos mujeres que nos reconocemos como hijas de la tierra, ha habido desde hace miles de años trabajo en lo que han denominado desde el mundo occidental conservación y “cuidado del medio ambiente”.

La participación de las mujeres indígenas en los espacios de organización y defensa sigue siendo un reto y territorio en disputa, pues hasta hace poco se empiezan a reconocer las guardias indígenas de mujeres como las Yuturi Warmi en la amazonía ecuatoriana en la comunidad de Serena. Cientos de mujeres deben de romper paradigmas en sus propias familias y comunidades por alzar la voz, como María Choc quien lleva más de 8 años sin tener un juicio justo en la dictadura judicial que es Guatemala. Cuando muchos defensores del territorio son arrestados, son compañeras de camino las que asumen la defensa de sus casos y también en muchas cosas quienes continúan la labor de defensa en medio de los miles de roles y papeles que desempeñaban ya. En este boletín 26, donde buscamos hacer un resumen de lo que ocurre en el continente, me parecía vital traer esta reflexión muy breve en medio del contexto global, hablar desde el nosotras y desde cómo, inclusive desde el exilio, seguimos nuestra labor al servicio de la red de la vida.

Siempre he aprendido de los cambios de tiempo que ha llevado la humanidad como especie y ahora resulta que, lo que algunos denominan como emergencia, ha sido parte de nuestras formas de vida como pueblos. Jamás hemos pensado o visto a la madre tierra desde el respeto por una emergencia, lo hacemos por que es nuestra madre. El mundo, desde la mirada y las formas en las que el norte global y el capitalismo neoliberal han dominado y forzado a las grandes mayorías a vivir, es aberrante. El análisis no debe olvidar las desigualdades impuestas que muchos pueblos hemos padecido y, pese a todo, coexistido con las diversas formas de la red de la vida.

Otra idea que me parece importante compartir, cuando hablamos de la red de la vida nos incluimos como personas, en el reconocimiento de que somos parte de todo, pero no poniéndonos desde el centro con esas miradas impuestas de las narrativas hegemónicas, sino desde las miradas más amplias y antiguas. Cientos de mujeres, desde los lugares menos conocidos e inesperados, traen con su vida y con su trabajo una labor invaluable, de la cual sólo se narra una mínima parte en este especial, donde las mujeres hemos sido protagonistas inclusive desde cuando no lo sabíamos.

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