En medio de la difamación, la violencia y todo el odio, renacemos, pues servimos a la vida, narrando nos hacemos justicia y contando nuestra propia historia. Por todas las mujeres que, desde lo más pequeño e invisible, desde sus cocinas alimentan las resistencias, es tras la vida que vamos. En medio de tanta violencia y despojo poder tocar con ternura y conectarnos con nuestra madre es el ejercicio más liberador y emancipador que hay. Es por todas esas mujeres que no pueden hablar el idioma impuesto, es por todas las que, en medio del empobrecimiento, cocinan comidas y siembra el alimento que nutre el mundo. Por todas esas mujeres que no recibirán premios ni reconocimiento y tampoco les interesa pues es más grande que nosotras. Este texto es para ustedes.
La participación de las mujeres indígenas en los espacios de organización y defensa sigue siendo un reto y territorio en disputa, pues hasta hace poco se empiezan a reconocer las guardias indígenas de mujeres como las Yuturi Warmi en la amazonía ecuatoriana en la comunidad de Serena. Cientos de mujeres deben de romper paradigmas en sus propias familias y comunidades por alzar la voz, como María Choc quien lleva más de 8 años sin tener un juicio justo en la dictadura judicial que es Guatemala. Cuando muchos defensores del territorio son arrestados, son compañeras de camino las que asumen la defensa de sus casos y también en muchas cosas quienes continúan la labor de defensa en medio de los miles de roles y papeles que desempeñaban ya. En este boletín 26, donde buscamos hacer un resumen de lo que ocurre en el continente, me parecía vital traer esta reflexión muy breve en medio del contexto global, hablar desde el nosotras y desde cómo, inclusive desde el exilio, seguimos nuestra labor al servicio de la red de la vida.
Siempre he aprendido de los cambios de tiempo que ha llevado la humanidad como especie y ahora resulta que, lo que algunos denominan como emergencia, ha sido parte de nuestras formas de vida como pueblos. Jamás hemos pensado o visto a la madre tierra desde el respeto por una emergencia, lo hacemos por que es nuestra madre. El mundo, desde la mirada y las formas en las que el norte global y el capitalismo neoliberal han dominado y forzado a las grandes mayorías a vivir, es aberrante. El análisis no debe olvidar las desigualdades impuestas que muchos pueblos hemos padecido y, pese a todo, coexistido con las diversas formas de la red de la vida.
Otra idea que me parece importante compartir, cuando hablamos de la red de la vida nos incluimos como personas, en el reconocimiento de que somos parte de todo, pero no poniéndonos desde el centro con esas miradas impuestas de las narrativas hegemónicas, sino desde las miradas más amplias y antiguas. Cientos de mujeres, desde los lugares menos conocidos e inesperados, traen con su vida y con su trabajo una labor invaluable, de la cual sólo se narra una mínima parte en este especial, donde las mujeres hemos sido protagonistas inclusive desde cuando no lo sabíamos.