En el país de la belleza y de las mariposas amarillas, más de 900.000 personas se reunieron para dialogar sobre la conservación y la protección de la vida, promoviendo la biodiversidad en favor de la Paz. Durante 12 días se llevó a cabo el aula ambiental más grande de la historia, en el que participaron representantes de al menos 135 países, marcando un hito en la discusión global sobre el medio ambiente.
Escrito por: Camila Villegas Mosquera – AfroFeminista Colombiana Integrante de AFNEMO y SOMOS ABYA YALA
Cali, la capital del Pacífico Colombiano, la tierra de la Salsa, el Currulao y el Cholao, se destinó para ser el epicentro de estas importantes conversaciones. Cali, como la ciudad con mayor población afrodescendiente en el país, no solo es símbolo de diversidad cultural, sino también de una biodiversidad asombrosa. El Pacifico colombiano cuenta con más de 5.000 especies de plantas, ecosistemas diversos como manglares, extensos ríos navegables, y es el lugar donde las ballenas jorobadas toman su primer respiro al nacer. Además, la región se destaca por ser la segunda más lluviosa del mundo y albergar a más de la mitad de la población negra del país.
Para las comunidades negras, la Conferencia de las Partes en materia de Biodiversidad representó un espacio crucial para discutir la garantía de sus derechos y el rol desde las experiencias de las comunidades afrocolombianas en la conservación ambiental. En este contexto, se abordó de manera intensa y tensionante, el camino hacia una mayor participación de este pueblo para ser parte del órgano subsidiario de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB), en el marco del Artículo 8J.
El Artículo 8J del Convenio sobre la Diversidad Biológica se centra en la protección de los conocimientos, innovaciones y prácticas de las comunidades indígenas y locales. Durante la COP16, este reconocimiento se alcanzó tras intensas negociaciones y una pujante lucha política por parte del pueblo negro, quienes enfrentaron barreras como la falta de participación permanente y dificultades idiomáticas. Gracias a este arduo trabajo colectivo y mediático, las comunidades negras han sido elevadas a la categoría de socios estratégicos en el diálogo global sobre biodiversidad.
El reconocimiento de los pueblos negros-afrodescendientes en esta Convención marca un hito histórico para ellos y ellas, especialmente para quienes habitan territorios ricos en biodiversidad. Durante años, el pueblo afrodescendiente ha sido guardián de territorios y de prácticas ancestrales milenarias de conservación y, pese a su aporte fundamental en la conservación de la biodiversidad global, ha sido marginado de los foros internacionales. Situación que se origina en factores históricos y estructurales, como lo es la desigualdad y la herencia de un pasado colonial de más de 300 años que hasta el día de hoy pesa y ha perpetuado un sistema de racismo estructural y de invisibilización de los aportes de los negros y de las negras en la conservación del medio ambiente.
La ausencia de representación en los espacios de decisión y la falta de reconocimiento formal de los saberes ancestrales de los negros y las negras, han consolidado una narrativa casi que perpetua de un escenario en el que las comunidades negras no pueden participar plenamente en la gestión de los recursos naturales y en la construcción de políticas ambientales. Sin embargo, esta realidad ha cambiado de manera paulatina con la movilización activa de las organizaciones sociales, los movimientos de derechos humanos y, sobre todo, la firme intervención de representantes negros-afrodescendientes de la región (América Latina), que pusieron sobre la mesa la importancia de su rol como guardianes y guardianas de la biodiversidad.
Durante la COP16 se logró, por primera vez, un reconocimiento explícito del papel del pueblo negro en la conservación, la inclusión como custodios y custodias de la biodiversidad. Este reconocimiento no solo valida ese rol en la conservación y la protección de los ecosistemas, sino que también abre la puerta a la asignación de recursos financieros específicos y al fortalecimiento de la legislación interna al poder integrar sus saberes tradicionales en los debates internacionales.
Es fundamental impulsar en el ordenamiento jurídico interno, la consolidación de los Consejos Comunitarios como entes territoriales, ya que se ha demostrado que, donde se reconoce la titularidad de las comunidades afrodescendientes, existe un mayor potencial para la integridad ecológica por la relación ancestral, casi que simbiótica, entre las comunidades negras-afrodescendientes y los ecosistemas que habitan. Esto podría ser base, para la reducción de brechas en pobreza multidimensional y necesidades básicas insatisfechas, pues abre la puerta para que exista una mayor inclusión en la toma de decisiones en temas relacionados con el manejo sostenible de los bienes naturales.
Este avance, fruto de un largo proceso de lucha y visibilidad política, marcó un paso fundamental para reivindicar los derechos territoriales y el acceso equitativo a los recursos para las comunidades negras. Sin embargo, la tarea está lejos de concluir y aún quedan muchos retos por enfrentar. Entre ellos la organización interna del pueblo negro para garantizar la destinación específica de recursos y la protección efectiva de sus saberes ancestrales como herramienta milenaria de conservación de la biodiversidad.
Para que la inclusión lograda en la COP16 se traduzca en un compromiso continuo para fortalecer la participación de las comunidades negras en estos espacios de decisión, es necesario trabajar en la organización interna y el andamiaje jurídico de los Consejos Comunitarios. Esto con la finalidad de que se reconozcan de carácter prioritario como entes territoriales autónomos, dotados de capacidades de gestionar de manera efectiva sus recursos y de proteger los saberes ancestrales, que han permitido a estas comunidades pervivir conservar la biodiversidad durante generaciones en contextos altamente flagelados por la violencia.
En este sentido, la experiencia vivida en la COP16 es indicativo que, pese a los desafíos históricos, es posible trabajar de manera colectiva. Ahora, el reto consiste en consolidar esta victoria y trabajar de manera conjunta.
Como bien lo expresa la frase de Choquibtow en el Pacífico – “nos une la pinta, la raza y el don del sabor”. La identidad y fortaleza de las comunidades negras-afrodescendientes son fundamentales para avanzar hacia una protección integral de la biodiversidad. Es urgente la necesidad de una propuesta unificada y colectiva que potencie la participación real del pueblo negro-afrodescendiente, que garantice sus aportes y garantice el reconocimiento de sus derechos en la legislación y en los foros internacionales futuros.
Finalmente, con aproximadamente un año y medio por delante para trabajar en conjunto, de cara a la COP17, es imperativo presentar una propuesta unificada que iguale las condiciones y reconozca a los y las afrodescendientes como guardianes milenarios de la biodiversidad, comenzando con la revisión hermenéutica de la legislación actual en materia de protección de derechos del pueblo negro. Este proceso tendrá importantes implicaciones jurídicas para la legislación colombiana, marcando un nuevo hito en la defensa de los derechos de las comunidades afrodescendientes y en la preservación de nuestro patrimonio natural. Esta es la puerta para instaurar un nuevo capítulo en el desarrollo legal de las comunidades negras, un capítulo que amplíe su capacidad para proteger la vida y la biodiversidad en territorios que han sido históricamente profundamente golpeados por el conflicto, basándose en sus saberes ancestrales y milenarios.
FOTO: INFOAMAZONÍA.